La impronta jesuítica viene y va a lo largo de la evolución de Logroño como ciudad
Desde el colegio primitivo en Marqués de Vallejo a un chalé en la Gran Vía hasta llegar a la calle Huesca, la orden ha estado en el desarrollo urbanístico de la capital
J. C. / L. S. G.
Logroño.
Domingo, 29 de mayo 2022, 02:00
La relación de la Compañía de Jesús con La Rioja comenzó muy poco después de la fundación de la propia orden. De hecho, desde ... 1549 los jesuitas actuaban en la región aunque no precisamente dedicados a las tareas educativas, sino como misioneros. Desde entonces, han ido dejando su huella religiosa, social y educativa pero, sobre todo y según destacan, la humana.
Fue en 1559 cuando se solicitó el envío de jesuitas a Logroño para fundar un colegio empezando ahí 'un largo caminar' como cuenta José María Bañuelos Martínez en su 'Historia de una ilusión' con motivo del 50 aniversario del hoy Sagrado Corazón, donde se detalla la impronta de la comunidad, cuyo rastro está presente en la evolución de la capital como ciudad.
Luis S. Gamarra, tras toda una vida en Diario LA RIOJA y una infancia y adolescencia siendo «de Jesuitas», lo recuerda: «Los jesuitas llegaron a Logroño solo tres años después de la muerte de San Ignacio, en 1559. Fundaron un colegio en la calle del Chantre, luego llamada de la Compañía, hoy Marqués de Vallejo» –el primer centro educativo que ocuparía la manzana actualmente delimitada por las calles Muro de la Mata, Práxedes Mateo Sagasta, Hermanos Moroy y la citada Marqués de Vallejo–.
Miles de logroñeses saben lo que es «ser de Jesuitas» y Luis S. Gamarra, ya jubilado, da testimonio de ello
«A los pocos años, en 1564, la ciudad es asolada por la peste y aquella primera comunidad de seis jesuitas decidió no huir y volcarse en atender a los muchos apestados. Los seis religiosos se contagiaron y tres de ellos murieron por la enfermedad. El colegio, con su iglesia, aulas, patios... continuó con su actividad educativa durante los siglos XVII y XVIII hasta que, con la firma del rey Carlos III, se ordena la expulsión de la Compañía de Jesús, era el 29 de enero de 1767», escribe Gamarra.
Miles de logroñeses saben lo que es «ser de Jesuitas» y Luis S. Gamarra, ya jubilado, da testimonio de ello
«Hasta 1899 los jesuitas no vuelven a instalarse en Logroño. Su 'Residencia' se halla en la calle Rodríguez Paterna y desde ella atienden la próxima iglesia de San Bartolomé. En las primeras décadas del siglo XX destaca, en el ámbito educativo, el padre Marín, fundador de muchas escuelas y promotor de actividades sociales. Hoy su nombre se recuerda en una calle de la ciudad», añade Gamarra, quien precisa que como paso previo al futuro colegio, las actividades educativas se inician en 1957 en un chalé, de nombre Mirasierra, situado en la que ahora es la Gran Vía, entonces al sur de la antigua línea del ferrocarril.
«La obra de mayor envergadura de la Compañía de Jesús en Logroño ha sido el colegio Sagrado Corazón, el conocido 'colegio de jesuitas'. Las primeras gestiones para llevar a cabo esta obra educativa se realizan en 1957 y el colegio, con el primer pabellón sito en la calle Huesca, se inaugura oficialmente el 8 de octubre de 1961», prosigue quien fue testigo de la misma.
«En aquella inauguración yo estuve presente, formando en el patio con mis condiscípulos de 8 años. Y viví el crecimiento del colegio a la par que el de la ciudad, que se urbanizaba hasta saltar la trinchera del tren», pone de manifiesto en primera persona quien destaca la importante obra e influencia de la orden resaltando, como ejemplo, la relevancia dada a la Formación Profesional.
«Efectivamente, en junio la comunidad nos deja y en consecuencia ningún jesuita quedará en la ciudad... Pero hay que quedarse con que el colegio Sagrado Corazón-Jesuitas, mi colegio y el de muchos, permanece con el espíritu, la música y la letra de la Compañía», concluye un Luis S. Gamarra que lo siente como suyo... como tantos otros miles de logroñeses.
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