Dos vías: la de 1995 o la de 2000
En 1995, el Logroñés descendió a Segunda y doce meses después regresó a Primera. En 2000, el Logroñés descendió de Segunda a Tercera, dos categorías, y su documentación acabó en un cajón judicial después de ver su nombre mancillado durante años. No regresó al fútbol profesional. Jugar una fase de ascenso, su cota más alta.
La UD Logroñés no es el Logroñés. Nadie es el Logroñés, pero esas dos fechas enseñan. Los blanquirrojos viven en estado de shock por un inopinado descenso, pero ahora el club debe decidir qué camino tomar. Camino pedregoso. El que ha escogido. Hablar del pasado sirve de poco. Más bien para perder el tiempo. Lo que queda es la enseñanza. El club ya ha comenzado su metamorfosis. Sergio Rodríguez, santo y seña, no sigue. Y no será el único.
En esta travesía, la UD Logroñés ha logrado aceptación social y afición. Son sus dos grandes activos. Afición que ha estado muy por encima, aun sin acudir a la grada, del equipo; afición que animó con cánticos a sus jugadores cuando estos abandonaron Las Gaunas. Afines muchos de ellos, los jugadores, a las redes sociales, estas se convierten en un vehículo excelente para pedir perdón. No cambiará nada, pero al menos pedir perdón. La mayoría de ellos no seguirá. Muchos no lo merecen. Otros, sí. A nadie se puede pedir que sea mejor de lo que es, pero sí que luche por mejorar. La actitud, la mala actitud, esa que se ve mejor desde fuera, ha condenado al grupo. La actitud de algunos. Son ya historia del club. Triste historia, porque el fútbol también vive del recuerdo. Quedarán el dolor de Sergio Rodríguez, la mirada perdida de Iñaki, la cabeza escondida entre las rodillas de Bobadilla, el desconsuelo de Rubén Martínez,... y más imágenes.
Importa el presente, que es el futuro. Recuperar la ilusión. Se han hecho muchas cosas mal, pero mejor aprender de ellas que no abundar. La UD Logroñés puede llegar de nuevo a Segunda en poco tiempo, pero también dejarse ir a la deriva. Son las dos opciones, pensando en repetir la noche del 18 de julio de 2020 de Málaga. La del 30 de mayo de 2021 fue, no obstante, muy elocuente.
