Crimen de Cuzcurrita

Tres meses huérfanos de Guillermo

Tres meses después, el caso continúa abierto. La Guardia Civil prosigue con un mutismo absoluto las pesquisas para determinar quién o quiénes abordaron en su casa a Guillermo para asesinarlo a golpes y encerrarlo en la despensa de su casa. También para determinar cuál fue el móvil del asesinato, que desde un primer momento se vinculó a un robo, después de tres intensos días de trabajo en el restaurante tras el puente del Primero de Mayo.

Desde ese 2 de mayo, el hogar de Guillermo Castillo se encuentra precintado y en el pueblo se mantiene un velo de incógnitas y sospechas. Pero pocos movimientos perceptibles. Casi el único, hace dos semanas, fue el traslado del coche del fallecido, que desde el día del asesinato permanecía aparcado frente a su domicilio desde la fatídica noche del crimen.

La familia continúa con su particular luto, sin poder enterrar al fallecido, cuyo cuerpo reposa en el Instituto de Medicina Legal de Logroño por si la investigación requiriese de alguna prueba forense más. «Está todo bajo secreto y lo único que puedo confirmar es que siguen trabajando en el caso y que sigo teniendo esperanzas en el equipo que lo está llevando. Estamos seguros de que lo están haciendo muy bien», explica Yolanda Castillo, hijo de la víctima.

El único deseo de la familia es que la investigación se encuentre cerca de dar sus frutos:«Espero que pronto caiga todo el peso de la ley sobre el monstruo o los monstruos que me han arrebatado a mi padre». Yolanda sabe que no hay plazos, que en unas pesquisas tan complicadas cualquier paso en falso puede suponer desandar lo ya andado y, aunque le cueste, en este tiempo ha aprendido a «seguir adelante con mucho dolor».

La familia de Guillermo, a pesar de los tres meses transcurridos, continúa sintiendo el calor de su vecinos:«Solo puedo dar las gracias a muchas personas que se acercan a abrazarme e incluso a prepararme algo de comida, para que esté fuerte. Ellas hacen que yo pueda un poco más».

Mientras, el restaurante que se hizo un nombre entre los apasionados de los fogones tradicionales y los devotos de las comidas pantagruélicas continúa cerrado a cal y canto. Yolanda, mano derecha de Guillermo, decidió mantener el candado echado de su casa de comidas hasta que no se resolviese el asesinato. Y así se mantiene, a pesar de que el verano era una de sus épocas fuertes, con el turismo que siempre acababa recalando en su establecimiento para disfrutar de la comida y del propio Guillermo, el maestro de ceremonias y alma de un local que era parte indisoluble de su vida.

A la espera de novedades policiales, la localidad vive otro verano más, con sus calles llenas de veraneantes y vecinos que regresan en estas fechas. «Pero todos nos acordamos mucho de lo que sucedió. Tenemos presente a Guillermo siempre», resume Román Urrecho, alcalde de Cuzcurrita de Río Tirón. «Y esperamos que se encuentre al culpable y que la familia pueda enterrarle. Ellos están viviendo una situación muy complicada, muy jodida», resume.