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«Comencé como mucha gente, apostando a un partido un par de euros con un grupo de amigos, con la mala suerte de que aciertas. ... Y lo ves fácil. Después empiezas a apostar solo, los dos euros pasan a cinco, a diez... jugar poco ya no te genera adrenalina, vas a más y más y te metes en un agujero terrible». La historia que narra David (nombre ficticio) no resulta extraña, es demasiado cercana, lo que enciende aún más las alertas sobre la delgada línea que separa una apuesta presuntamente inocente de una adicción tristemente extendida. Ahora, de la mano de Proyecto Hombre, «soy una nueva persona», subraya.
El número de personas con problemas derivados de las apuestas es creciente, pasando de peticiones anecdóticas en entidades de atención a la ludopatía a convertirse en algo demasiado habitual. «Está en las televisiones, en los móviles, por la calle, en los bares... Es tan sencillo acceder a esto, es un simplemente un 'click'», comenta David, que lanza una advertencia: «Si alguien que está empezando a apostar, creyendo que es algo gracioso y divertido, lee esto, le digo que pare, que pare ya mismo porque para cuando se de cuenta va a encontrarse metido en un círculo vicioso que le va a destrozar la vida».
Fue su caso. «Es algo progresivo, pero termina convertido en una forma de vida, tienes las apuestas todo el día en la cabeza, '24/7', dependes de ello. Ver un partido con 100 o 200 euros en juego era mi sustancia, mi droga», recuerda David. No hubo un 'shock' revelador. «Te vas dando cuenta del problema pero en ese punto estás tan metido que no hay manera de dejarlo, no sabes parar, no puedes parar».
Las consecuencias a nivel personal y emocional de su adicción, que además «estuvo ligada al alcoholismo, lo que es una auténtica bomba», fueron severas. «Te convierte en mentiroso y manipulador para ocultar tu problema. Perdí toda la confianza de mi familia y me costó la separación de la madre de mi hijo, de la persona que más quería», reconoce, «aunque tomé la mejor decisión de mi vida: contarlo».
Acudió a Proyecto Hombre –«es lo mejor que pude hacer, allí devuelven la vida»– donde actualmente participa en uno de sus programas sobre adicciones, a un mes de recibir el alta. «Requiere mucho esfuerzo y dedicación, cuando tienes un patrón, una forma de vida, cambiar de un día para otro es dificilísimo», reconoce, si bien, su historia personal recorre ahora otros senderos: «Llevo más de un año sin juego ni alcohol. Mi vida ha pegado un cambio radical. Debes entender que tienes un problema y poner herramientas, marcarte pequeños objetivos. Yo me he centrado en el deporte y en estudiar y ya vuelvo a estar con mi hijo».
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