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Vista panorámica de la localidad de Ochánduri en una imagen de archivo. Justo Rodríguez
Ochánduri en blanco y negro

Ochánduri en blanco y negro

El enfrentamiento del alcalde, que está imputado, y parte de los vecinos crispa el día a día de esta localidad de 84 vecinos

Luis J. Ruiz

Logroño

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Jueves, 5 de julio 2018

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El silencio, en Ochánduri, se rompe a eso de las 11 de la mañana. Llega el panadero a golpe de claxon y los perros del pueblo hacen prácticas de lobo. Sus aullidos permiten que nadie se quede sin pan. Es un rincón bucólico de La Rioja Alta con el cauce del Tirón como referente estival. «A este lado del río no envejecemos», bromea el alcalde. Pascual Ugarte (PP) lleva 20 años con la vara de mando en la mano. Estuvo a punto de perderla en el 2011 cuando todos los candidatos lograron 50 votos. Una mano inocente sacó su nombre y revalidó el cargo.

Pero esa calma chicha que respira Ochánduri (84 vecinos) es frágil. Se rompe con sacar a relucir el nombre del primer edil. No valen las medias tintas. O con él o contra él. Eso, dice el afectado, «ha hecho que el pueblo esté roto». Nada más lejos de la realidad si se pregunta a los miembros de la Asociación Amigos de Ochánduri: «Rotundamente no», dicen Gabriel Abad y José Ramón Olarte, secretario y presidente de la entidad, cuando se les pregunta si el enfrentamiento que mantienen con el edil se ha trasladado al día a día.

Hay casi tantos frentes abiertos como vecinos. «Con lo que contamos hay para llenar dos periódicos», dicen entre risas los miembros de la asociación. Entre ellos está Ana Torres, la única concejala de la oposición y promotora de la última imputación de Ugarte (su nombre ha figurado en numerosos procesos) por no facilitarle la documentación necesaria para su labor política. «Dice que no tiene tiempo para responder pero está el secretario y hay una concejal liberada», insiste antes de poner sobre la mesa alguna de las cuestiones que se han enquistado en el pueblo durante los últimos «seis u ocho años», según cifra el alcalde.

Ana, José Ramón y Gabriel, de la asociación Amigos de Ochánduri, juegan con Humphrey.
Ana, José Ramón y Gabriel, de la asociación Amigos de Ochánduri, juegan con Humphrey. Justo Rodríguez

Una de las más recientes, es la que hace referencia al Plan General de Ordenación Urbana. Fue aprobado por la COTUR el 1 de julio del 2016 pero lo recurrieron y la justicia les dio la razón. Quedó anulado y esta semana vencía el plazo para recurrir en casación ante el Supremo. «No obedece a nada ese plan general», insisten desde la asociación al tiempo que sostienen que «resultan favorecidos los terrenos del alcalde. ¿Para qué necesita Ochánduri siete unidades de ejecución si luego aplican el plan donde quieren?». Pero hace un mes también se denunció al alcalde por no conceder licencias de caza a, dicen, dos vecinos que reúnen todos los requisitos; está el gasto en las fiestas, «30.000 euros, más del 20% del presupuesto municipal cuando hay muchas cosas sin hacer», dicen; las urbanizaciones que se construyeron en las afueras del municipio y que una década después están sin urbanizar y los vecinos no tienen luz; su, denuncian, discrecionalidad para conceder o vetar empadronamientos -«solo acepta a los que son de su cuerda», dicen recordando el caso de siete portugueses domiciliados en una granja de cerdos-; los plenos «de cuatro minutos en los que no se permite el debate ni se sigue el procedimiento. Las formas no son esas»; y la falta de respuesta a los requerimientos del Defensor del Pueblo. «Es su talante. No es negociador», completan.

En un recorrido por el pueblo, la tercera concejal liberada (PP) hace un escorzo y cambia su ruta para evitar cruzarse con los miembros de la asociación. «Nos niegan el saludo», dicen los Gabriel, José Ramón y Ana.

Ya en el modesto salón de plenos, Pascual Ugarte traza una foto retrospectiva de Ochánduri. «Este pueblo era maravilloso. No había ningún problema y todos mirábamos por todos, pero...». Y ahí empieza a cargar contra la concejal independiente que se presentó bajo las siglas del PSOE: «Vamos de mal en peor y con sus denuncias nos han obligado a gastar más de 20.000 euros en juicios».

Pascual Ugarte, alcalde de Ochánduri durante 20 años.
Pascual Ugarte, alcalde de Ochánduri durante 20 años. Justo Rodríguez

Una a una, va rechazando todas las acusaciones. Sostiene que el Plan General se reactivará una vez que se presente el Informe de Sostenibilidad Económica; que la oposición atasca el Ayuntamiento con sus reiteradas peticiones de información que «cuando se las enviamos no las recogen»; que las licencias de caza no se conceden porque hay pendiente una deuda de 10.000 euros; que después de «recibir dos avisos del censo» se cotejan estrictamente todos los empadronamientos; y que al Defensor del Pueblo presentan quejas porque un árbol sale a la calle. «Curiosamente es mío», ironiza. «Entraron como un elefante en cacharrería», sostiene Ugarte sobre los miembros de la asociación. «Fueron planteamientos radicales en los que o estabas con ellos o contra ellos. Eso provocó mucha tensión y el pueblo está partido... aunque cada vez menos. Se han roto cuadrillas de toda la vida», lamenta.

Ugarte dice que se presentará a las próximas elecciones -«me siguen votando», recuerda; la asociación pergeña una agrupación de electores para tomar el bastón de mando del pueblo. Hasta entonces, parece que sólo se pondrán de acuerdo para comprar el pan cuando aúllen los perros.

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