«Londoño murió con las botas puestas»

Muy aficionado a la lectura y a la historia, el conferenciante descubrió a Londoño «a través de un libro que escribió y que puede comprarse en el Ministerio de Defensa, 'Discurso sobre la forma de reducir la disciplina militar al mejor y antiguo estado', que yo conocía y que, cuando luego vas leyendo otras cosas, me llamó la atención que era de Hormilla». Dicho tomo, «fue el precursor de las ordenanzas militares de Felipe II, ya que en ellas, las primeras ordenanzas publicadas, hay muchas cosas recogidas del libro de Londoño».

Pejenaute, que aunque nació en Bilbao, fue «criado en Logroño» y tiene hondas raíces riojanas, en Uruñuela y Huércanos, fue ahondando en su figura. Se fue percatando de que «a pesar de que Londoño era todo un personaje, era un gran desconocido». Cuenta que hace unos cinco años «le llevé al alcalde de Hormilla el libro y me dijo: esto debe de ser muy antiguo. Es decir, no tenía ni idea». Más tarde, «hablando con un amigo, le hablé de Sancho Londoño y me dijo: buen vino, porque ya es sabido que hay una bodega con ese nombre. Así que todo eso me dio mucha rabia y me puse a estudiarlo».

Para él, «era un magnífico maestre de campo, el equivalente a un coronel de ahora, que mandó un tercio de españoles en Italia y en Flandes», subrayando que «fue uno de los cuatro que mandaba un tercio de españoles, porque solo había cuatro tercios». En concreto, «el que mandaba él era el Tercio Lombardía», lo que le lleva a definirlo como «un personaje muy interesante, muy sufrido, de mucho servicio, hasta el punto de que murió con las botas puestas. No murió en combate, lo hizo de enfermedad, pero en Flandes, estando al mando del tercio».

Además de sus virtudes castristas, Pejenaute detalla que fue un hombre muy culto, «estudió en la Universidad de Alcalá de Henares y en la Complutense. Tenía muchísima formación. Sabía matemáticas, latín, mitología, porque escribió temas sobre ello, traducía obras del latín, era un hombre muy culto».