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Los datos recogidos en el censo ganadero de La Rioja marcan una tendencia evidente. Si se analizan las cifras de los últimos diez años, el ... incremento fulgurante de la cabaña porcina contrasta con el desplome generalizado de las cabezas de ovino y caprino. De los 90.000 cerdos de cebo que existían en 2014 se ha pasado a 153.209 en 2023. Un año más tarde, según los últimos datos disponibles, esa cifra alcanzaba ya las 187.000 cabezas. Un incremento del 100% en poco más de una década. Bajo este porcentaje tan sonoro se esconden varias explicaciones. Fuentes del sector apuntan, sobre todo, a la extensión del sistema de producción integrada. El ganadero pone la instalación –una inversión que suele superar los 350.000 euros– y se encarga de cuidar a los cerdos, pero tanto los animales como el pienso y los medicamentos son suministrados por una empresa externa que al final paga por pieza o, normalmente, por kilo de carne. En la expansión del porcino ha desempeñado también un papel importante la pujanza del mercado exterior, sobre todo del chino, país máximo consumidor y al que la peste porcina africana obligó a sacrificar millones de cabezas. De esta manera, crece el número de granjas (hay 73 explotaciones), instaladas sobre todo en el valle y en La Rioja Baja, lo que ha generado protestas de los grupos ecologistas, que cuestionan su afección al paisaje, su potencial contaminante y la situación de los animales.
En cualquier caso, el paisaje –tanto en téminos metáforicos como literales– está cambiando. Cada vez hay menos ovejas y cabras en el monte y los censos así lo corroboran. En diez años, la cabaña de ovino ha perdido casi 42.000 cabezas, lo que supone un descenso del 43,05%. Vicente Gallarta, de ARAG-Asaja, comparte la impresión de que no se trata de un escenario coyuntural, sino de un cambio de modelo: «De los datos se desprende con claridad que la ganadería extensiva está perdiendo terreno en favor de la intensiva. Pastor que se jubila, ovejas que se pierden. Todos los ganaderos lo somos 365 días al año, pero aun así no es comparable trabajar en una explotación a hacerlo en el monte».
Desde UAGR, Mamen Carrillo coincide en señalar la «dificultad del relevo generacional» en el ovino y el caprino: «Los pocos que quedan son de edad avanzada y no hay nadie que quiera seguirles. También influye que, con el monocultivo de la viña, cada vez haya menos pastos en La Rioja».
«El cambio de paradigma en la ganadería extensiva está siendo la sustitución del ovino por el bovino –añade Néstor Alcolea, de UPA–. Sobre todo en zonas con presencia de lobo. Es imposible incorporarse con ovejas en zonas como las Siete Villas o los Cameros ante la amenaza del lobo, así que los ganaderos deciden abandonar o sustuir el ganado ovino por el bovino o el equino, que son menos vulnerables a los ataques y van a salir más rentables».
En líneas generales, los datos atestiguan que el ganado bovino se mantiene a duras penas. El dedicado a carne registra en diez años una caída de 6,82%. De las 16.850 cabezas que había en 2014 se ha pasado a 15.750 en 2023, últimas estadísticas disponibles. Un pequeño aumento se ha registrado, sin embargo, en el censo de vacas de leche, con 400 cabezas más en la última década hasta los 2.549 ejemplares en 2023. «Hay mucha dificultad para el extensivo –confirma Mamen Carrillo–. Si ya estás instalado puedes intentar mantenerte ampliando el número de animales, pero empezar de cero es casi imposible». «Al final, es la rentabilidad lo que permite el desarrollo de las explotaciones», resume Néstor Alcolea.
La expansión del porcino en intensivo se produce incluso con «la espada de Damocles» de las regulaciones europeas: «No digo que estén mal, pero nos autoimponemos unas normas que los demás no tienen que cumplir –advierte Vicente Gallarta–. Y luego salimos a competir contra ellos y el mercado no distingue. Si Europa marca esas normas, también tendría que proteger a los que las cumplimos». La nueva normativa de bienestar animal, que deberá estar implantada antes del 9 de marzo de 2026, prescribe más espacio para los cerdos en las ganaderías intensivas (la densidad pasa de 0,65 metros cuadrados a 0,74), amén de calefacción y acceso a agua y alimentación. Las explotaciones tienen de plazo hasta el 9 de marzo de 2026 para aplicarla.
La estadística ganadera revela algunas curiosidades, quizá no muy decisivas pero sí reveladoras de un cambio en el panorama clásico riojano. Ha decaído el número de conejas (de 9.600 a 6.300 ejemplares), pero ha aumentado el de faisanes (de 1.400 a 3.000) y el de gallinas (de 108.000 a 135.000).
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