Autonomía energética que salva vidas
El complejo dispone de un sofisticado sistema de seguridad capaz de producir electricidad y calor incluso en caso de un gran apagón
Los profesionales sanitarios salvan vidas en su actividad hospitalaria diaria. La electricidad, también. Ni unos, visibles en pasillos, habitaciones o a la entrada de los ... quirófanos, ni la otra, oculta en las entrañas del complejo, pueden fallar.
Son tiempos convulsos, azuzados por la ya larga guerra ruso-ucraniana. Con los precios de los suministros desbocados, los más alarmistas no se arrugan a la hora de predecir incluso un gran apagón. Mucho antes de esos negros augurios, el Hospital San Pedro ya fue dotado, desde antes de su puesta en marcha en 2007, de un complejo sistema de seguridad para garantizar su autonomía energética, según explica la ingeniera industrial Vanesa Jiménez Lacarra, subdirectora de Infraestructuras y Servicios Técnicos del SERIS.
«La electricidad llega a través de la red general, en concreto por dos líneas independientes de alta tensión (66 kilovoltios), intercambiables en caso de fallo en una de ellas, como ha ocurrido recientemente por las obras en Cascajos», resalta la experta, que aclara que «una vez recibida, nosotros hacemos una doble transformación: de 13,2 kilovoltios (media tensión) para su distribución y a 3,80 kilovoltios (baja) para su consumo».
En caso de fallo eléctrico generalizado, el apagón de las dos líneas inutilizaría el hospital y el porvenir de muchos de sus pacientes sería más que crítico. Frente a ello se cuenta con una red de Sistemas de Alimentación Ininterrumpida (SAIs) que garantizan, gracias a sus baterías, la estabilidad eléctrica. «Cuando se produce un microcorte o corte eléctrico, en los quirófanos, ucis, hemodiálisis, así como en todas las instalaciones conectadas a la red de SAI, no perciben ningún cambio y continúan con su actividad», detalla Vanesa Jiménez.
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El primer peldaño de seguridad ofrece, sin embargo, una solución solo temporal, unas dos horas. Ante esa contingencia, el edificio circular del San Pedro acoge las joyas del sistema: tres descomunales grupos electrógenos de un estridente amarillo con una potencia total de 3,2 megavoltiamperios, que duermen a la sombra del silencio, pero preparados para activarse de inmediato con un ensordecedor rugido en cuanto salten las alertas. «Son motores que generan electricidad mediante unos alternadores alimentados por gasóleo y que garantizan el suministro eléctrico a todo el hospital, aunque estableciendo unas cargas prioritarias, y durante todo el tiempo que sea necesario mientras haya combustible en los dos depósitos de almacenamiento, con capacidad para 30.000 litros», añade la subdirectora. La infraestructura se completará próximamente con un cuarto para atender la creciente demanda prevista con la puesta en marcha de nuevos quirófanos y más áreas críticas.
«En la distribución de la electricidad se prioriza la criticidad del servicio sanitario en lo asistencial»
Vanesa Jiménez Lacarra | Subdirectora de Infraestructuras
Muy cerca, en el submundo hospitalario, en el sótano bajo hospitalización, el otro centro clave del modelo, una enorme sala preñada de gruesos tubos verdes repletos de decenas de cables que recorren con una montaña rusa el centro principal de distribución eléctrica, sometido a vigilancia las 24 horas del día a través de un sistema de control centralizado, donde se visualizan consumos y cargas. «A la hora de la distribución hay un modelo que prioriza su reparto en función de la criticidad del servicio, en especial desde el punto de vista asistencial», explica Vanesa Jiménez. Las decenas de vitrinas que contienen los cuadros de mandos aparecen teñidas con el color de la pegatina correspondiente a cada nivel de prioridad: granate (máxima), para quirófanos, ucis, urgencias, medicina intensiva, hemodiálisis y aquellos servicios que deben conservar fármacos, vacunas o muestras de análisis (laboratorios) o el banco de sangre; roja (nivel 2), quirófanos de cirugía mayor ambulatoria o ascensores; amarilla (3), para consultas, áreas de administración, despachos... y, finalmente, blanco (cuarto nivel), en el que estarían pasillos, cuartos, almacenes y vestuarios, pero también casi todos los equipos de radiología, que en caso de un corte prolongado no tendrían suministro por su alto consumo de energía.
A lo largo de todo el año todo el sistema se chequea, se somete a revisiones continuas, incluidos simulacros, para garantizar el perfecto funcionamiento de la infraestructura. Lo mismo ocurre con la sala de calderas, también en el edificio circular, que acoge cuatro descomunales aparatos encargados de proporcionar el agua caliente sanitaria y la climatización (aire acondicionado y calefacción). «Las calderas cuentan con quemadores duales, alimentados por el gas procedente de la red de suministro general, pero capaces de pasar de modo automático a gasóleo», detalla la responsable.
El complejo cuenta también con cuatro grandes tanques con gases medicinales y dos aljibes de agua con 840 metros cúbicos.
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