«No me esperaba el bronce»

El joven de 22 años, natural de Logroño, ha participado en la Competición Internacional de Matemáticas junto con otro compañero de grado, Javier Grande.

El concurso reúne a los mejores estudiantes universitarios de Matemáticas durante una semana, en la que hay organizadas actividades para que los participantes también disfruten de su estancia. Para Mahíllo fue «una muy buena experiencia al conocer a gente de todos los países que comparte sus mismos gustos». Con ellos pudo intercambiar conocimiento e información sobre universidades extranjeras en las que está interesado para ir a estudiar un máster.

Fueron dos días de competición a los que se les dedicaban cinco horas para hacer cinco problemas de «dificultad alta, que abarcaban diferentes ámbitos de las matemáticas tanto de álgebra como de análisis o de combinatoria», explica. No se trataba de ejercicios típicos de universidad, si no de «problemas en los que hay que tener la mente abierta para considerar todas las posibilidades» y cuya solución suele depender de una 'idea feliz' -como lo denominan los matemáticos- de la que se extrae la incógnita.

El estudiante dice que no se esperaba ganar el bronce pero, al día siguiente, cuando le dieron las puntuaciones, se percató de que le había salido muy bien, «mucho mejor de lo que pensaba», comenta. Ese tipo de experiencias conllevan ciertas ventajas a nivel curricular: «Empresas patrocinadoras mandan solicitudes para que trabajes con ellos y así aprovechar tu talento y también, a raíz de la competición, te pueden otorgar becas de investigación en otras universidades».

Su visión a largo plazo es quedarse investigando en una facultad como profesor. «Es lo que más me gustaría y cada vez lo tengo más claro». Mahíllo quiere continuar su historia de amor con las matemáticas con las que, en ciertas etapas, ha sufrido algún desengaño: «Desde pequeño me han apasionado, pero en Secundaria eran ejercicios muy mecánicos que no daban lugar a expresarse, no era un gran desafío».

Empezó el doble grado de Informática porque es una disciplina «más tangible», pero resulta que en la universidad le enseñaron la amplitud del mundo de las matemáticas y entonces pensó: «Lo siento, informática, pero las mates me gustan mucho más».