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Portada de 'Sumisión', de Michel Houellebecq. L.R.

Una ucronía desde el mundo distópico

Diario de un tipo confinado (XXI) ·

Las estanterías son calendarios revueltos con todos sus días desordenados. Entre el miércoles y el jueves se filtran sábados y viernes

Lunes, 6 de abril 2020, 08:12

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Mi biblioteca está desparramada por todas las habitaciones de la casa y no atiende a ningún orden sensato. Las estanterías son como calendarios revueltos con todos los días desordenados. Entre el miércoles y el jueves se filtran sábados y viernes; ayer fue domingo pero en el fondo me pareció un martes cualquiera a pesar de que abrimos un vino blanco para la paella. Como pierdo el tiempo revoloteando por mis libros, me he dado cuenta de algo asombroso: solo tengo bien colocados el Cossío –once tomos de más de dos kilos de peso cada uno– y las novelas de Anagrama de Michel Houellebecq: 'Sumisión', 'Las partículas elementales', 'Serotonina' y 'Plataforma', las cuatro que me he leído y que de forma milagrosa han aparecido juntas y sin asesinarse entre ellas.

Michel Houellebecq (1958) plantea en 'Sumisión' una ucronía: la llegada a la presidencia de la República Francesa de Mohammed Ben Abbes, un líder musulmán. La novela se publicó el siete de enero de 2015, justo el mismo día del atentado contra la revista satírica 'Charlie Hebdo', que había caricaturizado al escritor en una de sus últimas portadas. Fue estremecedor. He leído por ahí que lo que estamos viviendo en estas semanas confusas es una especie de distopía universal (tipo serie de Netflix) y un aviso de la madre naturaleza ante las funestas consecuencias del modo de vida capitalista irradiado desde la comunista Wuham. También me estremecí.

En 'Sumisión', Houellebecq relata el proceso de islamización de Francia merced a una alianza de partidos para acorralar al Frente Nacional. Ben Abbes privatiza la educación superior e introduce la enseñanza del Islam. A los profesores de la nueva Sorbona se les multiplica el sueldo si abrazan el nuevo credo: «La cumbre de la felicidad humana reside en la sumisión más absoluta, la absoluta sumisión de la mujer al hombre y la sumisión del hombre a Dios porque la creación divina es perfecta». En una entrevista, Houellebecq aseguró que «esa sumisión es peor que la sumisión que exige el capitalismo. Es el fin del mundo. Representa su extinción».

Me he dado cuenta de algo asombroso: solo tengo en orden los once tomos del Cossío y las novelas de Houellebecq

Y regresé al estremecimiento de una tarde dominical y plácida, repleta de libros revueltos y del orgullo que me produce contemplar a mis once tomos del Cossío tan ordenados como de costumbre y tan ausentes de utopías, ucronías y distopías.

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