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El libro de los seres imaginarios, de Borges. L.R.

La mirada imposible del Catoblepas

Gacetilla de un tipo confinado (XXVIII) ·

Mi paseo fue breve como el pico de una paloma y ligero como el vuelo de un pato. Las calles son paisajes desconocidos

Lunes, 13 de abril 2020, 09:01

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Plinio le confesó a Borges que el Catoblepas era una fiera de tamaño mediano y perezosos andares. Me recuerda a mí mismo en estos paseos matutinos y prófugos en los que camino –a la búsqueda de una panadería y un quiosco– a través de calles despobladas de todos nosotros y en las que no me cuesta imaginar seres imaginarios como yo o como usted mismo deambulando por los espacios que siempre nos han acompañado pero travestidos ahora en paisajes desconocidos. Borges fue más allá en la descripción del bicho parecido a mí: «Es grueso, melancólico y hosco». Eso sí, con una salvedad propia del escritor bonaerense: su cráneo es tan pesado que siempre mira hacia abajo. Si no fuera por esta circunstancia, el Catoblepas acabaría con el género humano, porque todo hombre que le ve los ojos cae muerto, fulminado al instante.

Mi paseo fue breve como el pico de una paloma y ligero como el vuelo de un pato. Y entonces, comencé a divagar con este libro que en su primera edición se tituló 'Manual de zoología fantástica'. Jorge Luis Borges –el escritor sin ninguna novela– definió aquí su asombroso bestiario: la liebre lunar, la ahora tan controvertida Lilith (Dios creó a Eva y después a Lilith para vengarse de la mujer humana de Adán), el Asno de tres patas, el Elefante que predijo el nacimiento de Buda y muchos seres más, como el Mono de la Tinta, una quimera que me cae simpática y que abunda en las regiones del norte. Cuando las personas escriben, él espera con las piernas cruzadas. Después, se bebe el sobrante de la tinta y se queda tranquilo poniéndose en cuclillas. Es decir, un chupatintas de libro que en el fondo proviene de un mono; el mono antecesor, imagino.

El día amaneció con hambre de sol. Se sació pronto y regresamos al gris, exactamente el mismo tono del pelaje de los Antílopes de seis patas, un gorgojo que anda por la tierra, por el aire y por los infiernos. Quizás también se parezca a mí y otra vez a todos, que encerrados en nuestras cuevas, volamos, reptamos y descendemos al averno, que es la casa de Hades, donde aguarda el cancerbero, un perro con tres cabezas que denotan el pasado, el presente y el porvenir. Todo está en este libro de Borges. «Si está vivo quien te vio toda su historia es mentira». Yo no soy el Catoblepas porque si levantara mis párpados rosados e hinchados te morirías en seguida...

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