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La portada del libro 'Contra toda evidencia'. L.R.

'Bad boy' se llama mi colonia

Gacetilla de un tipo confinado (2) ·

El civismo se recluye en el fondo de las casas y ventanas y balcones son como 'El Aleph' para contemplar todos los lugares del orbe

Miércoles, 18 de marzo 2020, 10:07

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Cuando salgo siempre me pongo unas motitas de colonia. Ayer lo hice después de comer y me duró el aroma todo el día, hasta en la bici estática, uno de esos artefactos estrafalarios que habitan mi casa y que compré una de las primeras veces que pensé adelgazar. Al coronar el Angliru recordé un libro extraño de Andrés Trapiello, escritor sin principio ni fin, que como Stendhal, estoy seguro de que escribe para dos o tres generaciones posteriores a la nuestra. 'Contra toda evidencia' es uno de sus prodigiosos diarios y repasa varias de las fórmulas que tenían dos grandes articulistas para armar sus relatos. González Ruano aseguraba que los artículos ni siquiera tenían que contener ideas. Valía con una anécdota, «elevarla a categoría poética» y después decapitar la primera frase porque siempre era «o demasiado hinchada o demasiado anémica». Umbral, como no podía ser de otra manera, defendía que era lícito expresar una idea hasta el primer punto y aparte y la contraria desde el siguiente párrafo. Un adelantado a su tiempo...

Con mis escamas de colonia retozando por la piel estuve media hora pedaleando en el balcón y no vi ni un alma en el parque. Nadie, ni un paseo con perro, sólo tres jardineros municipales cortando el pelo al césped, uno con mascarilla, sus trajes anaranjados con el fondo de la hierba húmeda que segregaba aroma a campo de fútbol vacío. El civismo se ha recluido en el fondo de las casas, el pulso de la ciudad comprimido en salas de cine vacías, bares a oscuras y autobuses convertidos en góndolas fantasmales en canales de asfalto sin apenas coches. Trapiello sostiene que Simone Weill era una de esas almas piadosas que le nacen al mundo cada doscientos años y que pensaba que Cristo había redimido a todos los hombres en masa pero que era cuestión de cada uno salvarse en el juicio final. Es decir, como Umbral, dos ideas antitéticas para expresar una contrariedad. Queremos salvarnos pero no nos podemos ver ni tocar.

'Bad boy' se llama mi colonia. Parece un libro de Houellebecq, buen titulador, como Valle Inclán: «Luces de bohemia es un título tan hermoso que era imposible escribir nada a su altura», a decir de Trapiello, que recuerda una de las maldades de Borges sobre los 'Cien años de soledad' de García Márquez. «Me parecen demasiados años». La venenosa ingenuidad del autor de 'El Aleph', el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos y que ayer fue mi balcón con bicicleta estática y aroma de 'Bad Boy'.

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