La factura navideña del coronavirus

Durante años, y para muchos de los protagonistas de estas páginas, la Navidad ha sido algo así como el faro que iluminaba su rutina a lo largo de los doce meses anteriores. Unas fechas marcadas que quien más quien menos tenía señaladas en rojo en sus calendarios; unos días reservados de vacaciones para poder volver a casa, reunirse con los suyos y compartir las celebraciones de final de año.

En un escenario en el que en muchas casas habrá sillas vacías que ya nunca más nadie ocupará, todos vienen a asumir en sus relatos que no poder regresar a casa es doloroso, pero un mal menor al fin y al cabo.

Sus historias mezclan realidades muy diferentes: desde quien ha tomado la decisión exclusivamente por el coronavirus, hasta quien ha sido 'ayudado' por las políticas populistas y proteccionistas del futuro expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Pero todas comparten elementos comunes: nadie va a renunciar a celebrar la Navidad.

Algunos lo harán de manera más íntima, como la cerverana Alicia Morales, que cenará sola en Londres; otros, de forma más 'multitudinaria' como los seis miembros de la familia Mendizabal Izquierdo en México (que se juntarán con otros amigos españoles atrapados por el COVID) o Cristina Pérez, su marido y sus tres hijos en Burdeos, que clava la reflexión: «Lo mejor que podemos hacer es aguantar y seguir siendo prudentes».