El Colegio de Enfermería denuncia los casos «invisibles» de agresiones entre profesionales sanitarios
El ente colegial denuncia que uno de cada tres episodios violentos denunciados son a su colectivo y que la cifra de ataques se ha triplicado tras la pandemia
El Colegio Oficial de Enfermería de La Rioja (COER) denuncia que las agresiones al personal sanitario no solo provienen de pacientes y/o sus familiares, sino que también ocurren «muy habitualmente» dentro del ámbito sanitario entre profesionales de distintos estamentos. Son 'agresiones invisibles' porque prácticamente ningún sanitario las denuncia ni queda constancia en los registros.
Por ello, en vísperas de la celebración este miércoles, 12 de marzo, del Día europeo contra las agresiones a profesionales sanitarios, el ente colegial ha querido hacer este martes un «serio llamamiento a la reflexión sobre la violencia intralaboral entre compañeros sanitarios», al alertar de que «es una conducta intolerable en un ámbito como el sanitario que trata de cuidarnos a todos y resulta mucho más dolorosa para el profesional agredido que la violencia ejercida por una paciente».
El COER reclama tolerancia cero ante todo tipo de violencia y hacia todos los estamentos sanitarios y reitera la importancia de denunciar cualquier agresión, física o verbal, con independencia de quien la ejerza. No se puede permitir que quienes dedican su vida al cuidado de los demás, sean víctimas de maltrato. «La violencia nunca está justificada en el sistema sanitario», insiste el Colegio de Enfermería de La Rioja, que resalta de que en la comunidad es el colectivo el que más agresiones soporta en el ámbito de la salud.
El colectivo más castigado
«Un hecho constatable es que son las profesionales sanitarias que forman los equipos de Enfermería (enfermeras y TCAE) quienes sufren un mayor número de agresiones. Concretamente en La Rioja, de los 163 incidentes totales reportados en el sistema público de salud en 2024, el 34,35% afectaron específicamente a Enfermería, 58», detalla la organización colegial en su nota, que también alerta contra el «preocupante incremento» de los incidentes violentos en los últimos años con respecto al periodo prepandemia, una estadística que en la región ha pasado desde las 22 agresiones notificadas a enfermeras en 2021 a las 41 de 2022, a las 53 de 2023 y a las 58 del pasado año.
Ante esta situación, reclama más medidas preventivas y garantizar un entorno de trabajo seguro para lo que es fundamental incrementar la seguridad en los centros con personal especializado y protocolos efectivos. «También es necesario garantizar apoyo legal y psicológico a las víctimas y promover campañas de sensibilización entre la población para fomentar el respeto hacia los profesionales», defiende el COER, que recuerda a las colegiadas agredidas que tienen a su disposición sus servicios de asesoría jurídica y asistencia psicológica, así como acompañamiento en todo el proceso, tanto si interponen denuncia o no. No obstante, además de animar a las enfermeras agredidas a notificar la agresión y presentar denuncia ante la Policía Nacional, se les recuerda que también pueden dejar constancia de ello en el Canal de Denuncias del Consejo General de Enfermería de España, al que se accede desde su página web.
Cuando el sistema te falla dos veces
Un enfermera riojana agredida por un compañero narra en una carta su traumática experiencia. El texto dice así: «Hoy soy consciente de que soy una víctima de violencia intralaboral y, lo que es peor, me siento abandonada por el mismo sistema que debe proteger a sus trabajadores.
Hace diez meses, un profesional de otro estamento me agredió verbalmente durante un turno. Denuncié el hecho siguiendo los protocolos, confiada en que se tomarían medidas. Ahora, tras una baja para cuidar mi Salud Mental tras todo lo que en mi puesto de trabajo se vive día a día, me reincorporo al mismo lugar, sin cambios en mi equipo... y con el agravante de ver cómo su actitud hacia las enfermeras sigue siendo tolerada.
Me quedan tres heridas profundas: la soledad institucional, la complicidad del silencio de algunos y el castigo de volver al mismo infierno, sin garantías. Pero también tres aprendizajes: Pedir ayuda NO es rendirse. Gracias a mi médico que me dio tiempo y al programa CUIDANDO-NOS, nuestra enfermera especialista referente me derivó a un psicólogo que me enseñó algo revolucionario: cuidarme no es egoísmo, es resistencia. La importancia de alzar la voz colectiva. Descubrí que no estaba sola. Callamos agresiones por miedo a represalias o... ¡por vergüenza! y por último que nuestra fuerza está en la unión: el Colegio de Enfermería de La Rioja me tendió la mano cuando pedí ayuda.
En este tiempo he pensado en soluciones como formación obligatoria contra el clasismo sanitario, basta de jerarquías tóxicas. Auditorías reales en PRL. Protocolos efectivos: sanciones con seguimiento externo por autoridades sanitarias, no sólo nos agreden los pacientes o sus familiares.
Hoy, Día Europeo contra la Violencia hacia los Profesionales Sanitarios, pido unos minutos de reflexión: ¿Cuántos casos como el mío hay ocultos? ¿Cuánto talento enfermero perdemos por no proteger a quienes cuidan?
A mis compañeras agredidas: PARAD. No sois débiles por reconocer el daño. REFLEXIONAD. Buscad aliados, como mi psicólogo, que me devolvió la autoestima pisoteada. ACTUAD. Exigid cambios usando herramientas como el programa CUIDANDO-NOS, donde os orientarán jurídica y emocionalmente. Con esperanza combativa,
Una enfermera, paciente del sistema, superviviente del silencio
PD: Agradezco al Colegio de Enfermería de La Rioja y al programa CUIDANDO-NOS, su apoyo técnico y humano. Gracias a todos los profesionales que me han acompañado en este proceso.
Sin ellos, esta carta no existiría«.