«He aprendido a confiar más y a tomarme la vida con mayor prudencia y serenidad»
Este riojano destaca el crecimiento personal que ha experimentado desde que hizo la confirmación: «Veo las cosas con más perspectiva y objetividad»
Álvaro Ortiz decidió hacer la confirmación el pasado año, cuando ya había cumplido 31 años. Su determinación vino dada tras sufrir un grave accidente, que ... le obligó a permanecer sin actividad durante una larga temporada. «Me dejó mucho tiempo en cama para reflexionar sobre mi vida. Fue en esos momentos más difíciles cuando empecé a plantearme y a cuestionarme más la parte más trascendental y más espiritual».
Afrontaba una situación personal «de mucho cambio» y de «muchas dificultades» en diversos ámbitos, sobre todo en el sanitario, y empezó a acercarse «un poco más a la fe». Siempre había sido una persona agnóstica y aunque las ramas orientalistas «no terminaban de llenarme», no fue hasta que no conoció a Víctor (párroco de La Redonda) cuando decidió inscribirse en el curso de catequesis que se impartía para adultos para recibir la confirmación.
«Me pareció muy interesante, sobre todo a nivel de conocimientos y de teología», asegura antes de apuntar que esta formación supuso poder «volver a reafirmar mi fe». Decidió consolidar su espiritualidad y su fe «en esta vuelta al cristianismo –de pequeño ya se había bautizado y realizado la comunión– haciendo la confirmación». La celebración la recuerda «como un día bastante bonito». Sobre todo, porque «me acompañó mi familia» y porque aunque sus padres «no son creyentes, sino ateos», «les hizo mucha ilusión». «Me gustó verles emocionados, disfrutaron mucho de la ceremonia, de conocer a Víctor y al obispo Santos Montoya».
Desde entonces, su vida ha dado un vuelco. «Antes era una persona muy pragmática, muy lógica y muy racional. Ahora he crecido a nivel personal», explica este joven riojano antes de resaltar que «he aprendido a tomarme la vida con una filosofía diferente y que, aunque cada uno tengamos las riendas para decidir qué queremos hacer en cada momento, hay que dejarnos llevar un poco por la palabra de Dios».
En su vida personal percibe, por tanto, «un cambio a mejor». «Veo las cosas con más perspectiva, con más calma y con más objetividad», asegura antes de añadir que «comprender que la fe no es una cuestión de creencias, sino de confianza, te cambia la vida. Es en ese momento cuando abrazas a Dios».
A lo largo de este proceso, ha aprendido a «confiar más, a tener más esperanza y a tomarme la vida con mayor serenidad, paciencia y prudencia». Unas cualidades que, sin embargo, contrastan «con la sociedad en la que vivimos, donde las enfermedades mentales están en auge y la gente parece que va sin rumbo, desbocada, perdida... Creemos que somos conscientes de lo que hacemos, pero es más una imagen que intentamos proyectar que una realidad. Nos falta interiorizar esa parte espiritual y en mi caso, el cristianismo es lo que me ha ayudado a trabajar este aspecto».
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