«Cuando alguien llega a una situación extrema no quiere acabar con su vida, sino con el dolor»
Pérez apunta que en el contexto de las redes y los adolescentes «se intenta paliar con dolor físico ese profundo malestar emocional»
Susana Pérez llegó hace casi veinte años al Teléfono de la Esperanza de La Rioja, desde donde presta toda su atención, escucha y acompañamiento como ... voluntaria a los usuarios que la necesitan, entre los que se encuentran los adolescentes y jóvenes, que cada vez muestran «un mayor sentimiento de soledad» y piden una «mayor atención y escucha».
– ¿Cuál es la radiografía actual que se están encontrando en el Teléfono de la Esperanza?
– En el Teléfono de la Esperanza, dentro de nuestros servicios, estamos viendo que hay un incremento tanto a nivel nacional como local de la demanda de atención y de escucha por parte de los adolescentes y jóvenes. Se está incrementando un poco el malestar emocional, el sentimiento de soledad, de estar confundidos, de no tener apoyos.
– ¿A qué se debe este repunte?
– Los factores que intervienen son múltiples, como en todas las situaciones. Por una parte, el uso de la tecnología que se lleva a cabo cada vez a edades más tempranas, sin supervisión y sin una interpretación adulta, afecta de manera negativa en el desarrollo social y emocional. También se van reduciendo de manera paralela los espacios de socialización y de referencia tradicionales. Las personas intentamos manejar el dolor con las herramientas y referentes que tenemos, pero estas son cada vez menores. Se intenta paliar y canalizar el malestar emocional de manera adecuada, pero cuando no se consigue se busca el cómo y el dónde. En el contexto de los adolescentes y las redes sociales, muchas veces se intenta calmar con dolor físico ese profundo malestar emocional. Ahí aparecen las autolesiones, que son una herramienta para paliar el sufrimiento, porque cuando alguien llega a una situación extrema no quiere acabar con su vida, sino con la situación profunda y dolorosa que sufre y no sabe cómo manejar.
– ¿Qué es lo que está fallando?
– Lo que vemos en los adolescentes y jóvenes es que estamos fallando a nivel social, que estamos dejando de ser referentes, sostén de acompañamiento, figuras de referencia importantes.
– ¿Qué se puede hacer para conectar con ellos?
– Una de las maneras de conectar con ellos es estableciendo una presencia y sintonía, para que el que se encuentra al otro lado sienta que estamos con él. Tenemos que crear un espacio seguro, tranquilo, donde solo importe quién es y cómo es y no tengan lugar los juicios ni las críticas. Hay que intentar sincronizarse con el otro, comprenderlo y meternos en su mundo para poder ser un elemento de apoyo en la medida que lo necesite, a su propio ritmo y con sus propias formas.
– Las conductas e ideaciones suicidas han aumentado entre los jóvenes. ¿Qué se puede hacer para evitar que se produzcan?
– Desde distintas entidades y colectivos estamos pidiendo insistentemente que haya un plan nacional de prevención del suicidio que nos coordine y nos comunique. En La Rioja existe este plan autonómico y, cada vez, trabajamos más en red, porque con un único elemento no se pueden paliar muchos aspectos. Necesitamos tener una coordinación que englobe desde los servicios sociales hasta la formación en educación emocional, la educación en familias, en colectivos, en el ámbito deportivo y social, para que entre todos podamos tener una red que nos sostenga. Desde el Teléfono de la Esperanza también promovemos el trabajo de forma coordinada con colegios, institutos y espacios universitarios para poder reflexionar sobre cómo cada uno en su ámbito puede ser referente de aquellos jóvenes o adolescentes que pueden tener una situación complicada.
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