La inmigración contiene el vacío de población en medio centenar de municipios riojanos
Con solo 31 censos municipales riojanos sin un solo extranjero, el peso de los inmigrantes supera el 10% en 43 de ellos y el 20% en otros 8
Llevan más de dos décadas entre nosotros y su presencia ha teñido de pluralismo y multiculturalidad una realidad social riojana que en poco se parece ... a la del siglo pasado. Vistos con recelos todavía por algunos e incluso rechazados por una minoría radical que no va a cambiar de opinión, lo cierto es que la inmensa mayoría de los inmigrantes llegados a la comunidad lo hicieron para quedarse, arrimar el hombro y contribuir a la riqueza regional. Mano de obra y cotizaciones, también prestaciones y pensiones... Y lo que es más importante, una contribución impagable e incalculable en natalidad y en población, tanto en su rejuvenecimiento como en el soporte de muchos censos municipales.
El llegado de los inmigrantes ha contribuido a evitar graves pérdidas de habitantes en medio centenar largo de municipios riojanos y en el conjunto de la comunidad. En los últimos 20 años La Rioja ha ganado 49.187 personas en su censo, de 267.611 a los actuales 316.798 (a enero del 2019), un incremento que se asienta especialmente en los 29.103 extranjeros sumados por la comunidad en ese periodo, de 8.193 a 37.230.
Con 31 municipios, muchos de ellos de Los Cameros, sin inmigrantes extranjeros en su censo, en 51 de ellos dicho colectivo representa ya más del 10% de su población total y en 8 de ellos más del 20%: Pradejón (34,8%), Ausejo (34,4), Cañas (31,4), Jalón de Cameros (28,6), Autol (26,7), Tudelilla (24,9), Arrúbal (21,9) y Aldeanueva de Ebro (20,4).
Hay pequeños municipios que han parado parte del golpe de la despoblación gracias a la llegada de vecinos venidos de lejos, como Arenzana de Abajo, que solo ha visto mermado su censo en 71 habitantes al llegar 28 extranjeros, o Cañas, con 23 menos gracias a sus 32 inmigrantes o Huércanos, Igea y Leiva, que han frenado las caídas en 101, 155 y 73, respectivamente, gracias al desembarco de 110, 92 y 36 foráneos. La misma situación vivida en San Román, con solo 36 censados menos que en el 2001 al sumar 19 inmigrantes o Santa Eulalia Bajera, con 8 menos por 14 incorporaciones de fuera de España y, sobre todo, Tudelilla, que mantiene 361 habitantes, 51 menos que hace dos décadas porque en su casco urbano se han establecido 90 inmigrantes.
A otros, incluidas muchas cabeceras de comarca, les ha servido para crecer con fuerza. Es el caso de Agoncillo, con 102 habitantes más que en el 2001 y 128 extranjeros en su censo; Alesanco, con 29 más (69 inmigrantes); Anguciana, 120 más (40); Arrúbal, 88 más (111 foráneos sumados); Ausejo, 83 más en su censo y 268 extranjeros llegados en estas dos décadas; Casalarreina, con 185 más de los que 171 son foráneos. O con modestia, como Corera y Cuzcurrita, con 3 y 8 censados más, tras registrar, respectivamente las altas de 46 y 39 nuevos vecinos no nacidos en España.
Hay incluso núcleos que han multiplicado su población gracias al aporte de la inmigración extranjera, con el ejemplo más claro de Autol, que ha duplicado su censo en estas dos décadas, de 2.187 a 4.512, un crecimiento apoyado en especial en el millar largo de foráneos establecidos en el municipio riojabajeño.
Pero si la trascendencia de la inmigración es más que evidente en el presente riojano, su papel puede ser aún más vital en el futuro próximo, ya que, de hecho, hay ya 31 municipios de la región que apoyan su porvenir en unas generaciones infantiles en las que el peso de la inmigración supera el 25%; es decir, uno de cada 4 niños o adolescentes del municipio son extranjeros, Así ocurre en Ausejo, con 37 de sus 91 menores de origen foráneo; en Cañas, 8 de 16; en Corera, 13 de 30; en Ocón, 5 de 7, en El Rasillo, 9 de 12; en Tormantos, 7 de 13; en Tudelilla, 21 de 44; o en Villalobar de Rioja, con 3 pequeños de nacionalidad extranjera de los 4 menores de 16 años censados.
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