Educación superior sin dejar el pueblo
Gonzalo Sáenz Gil, vecino de Villoslada, prepara con la UNIR la prueba de acceso a la Universidad. Gracias a la formación a distancia que también ofrecen la UNED y la UR es posible ser rural y universitario
Gonzalo se levanta a diario a las 5.30 horas. Madruga para poder entrenar, unos días 'crossfit' y otros, ciclismo. Después, de 8.00 a ... 18.00 horas, conduce uno de los vehículos de la empresa de su padre, Transportes y Grúas J.J. Sáenz, con base de operaciones en Villoslada de Cameros, donde reside. «Luego, ya en casa, veo las clases 'on line' y hago los trabajos de clase», explica Gonzalo Sáenz Gil.
La jornada diaria de este joven de 34 años, vecino del Alto Iregua, se alarga porque ha decidido volver a estudiar. Abandonó los estudios en 4º de la ESO, con 16 años, y ahora se prepara con la UNIR para las pruebas de acceso a la Universidad con la idea de poder matricularse en un grado el próximo curso. Y si las jornadas no dan más de sí, los fines de semana se pone al día repasando los vídeos de las clases y redactando los trabajos.
«Siempre tuve la idea de volver a estudiar por tener una 'escapatoria'. Me gustaría tener unos estudios por si afloja el trabajo»
Programas 'on line' como los que ofrece la UNIR, a distancia como los de la UNED o semipresenciales como los de la UR permiten a quienes trabajan o residen lejos de la ciudad cursar igualmente unos estudios universitarios, ya sean grados, másteres o doctorados. Por ejemplo, la UNIR en La Rioja cuenta con una formación 100% 'on line' que, si se superan las pruebas de acceso para mayores de 25 años, como es el caso de Gonzalo, permite matricularse en una veintena de grados y optar a un título oficial. En la UNED, entre otras formaciones, la oferta de grados que ofrece se acerca a la treintena a fin de ayudar a «alumnos con situaciones especiales».
En la UR, además de disponer de sedes de la Universidad de la Experiencia en Logroño, Calahorra, Arnedo y Haro, cuenta con dos másteres 'on line' (Estudios Avanzados en Humanidades y Musicología) y otros dos semipresenciales (Viticultura y Profesorado). Para facilitar el traslado a los alumnos de municipios cercanos a Logroño la UR acordó con el Gobierno de La Rioja poder tramitar en el propio campus el carné de Transporte Metropolitano, que en el presente curso disponen 237 alumnos del mismo. Así, la UR cuenta con alumnos con domicilio durante el curso en localidades tan pequeñas como Leza del Río Leza, Gallinero de Cameros y Valverde.
«En la UNIR, al ser todo 'on line', me va genial, para mí eso era casi una condición», declara Gonzalo Sáenz Gil
Gracias a este tipo de comodidades que permiten estudiar a distancia, con horarios flexibles o facilidades en las comunicaciones, alumnos como Gonzalo Sáenz Gil, de 34 años y residente en Villoslada de Cameros, pueden llegar a ser universitarios. «A mí me pilló el cambio de EGB a ESO en la escuela del pueblo y al bajar a La Laboral aguanté dos años. Con 16 años me puse a trabajar en la construcción, porque hasta los 21 no puedes conducir camiones y, cuando los cumplí, me saqué el permiso y me puse a trabajar con mi padre», recuerda Gonzalo.
Volver a estudiar
¿Y por qué volver a estudiar dieciocho años después de haber abandonado voluntariamente el instituto?: «Siempre tuve la idea de volver a estudiar por tener una 'escapatoria'. No es que sea un objetivo, pero sí me gustaría tener unos estudios por si algún día afloja el trabajo y, entonces, no tendría nada», piensa Gonzalo. En esa tesitura se han visto muchos jóvenes que, en la bonanza económica precrisis, cuando el trabajo sobraba, abandonaron los institutos y, años después, al sufrir el desempleo, se arrepentían.
Por eso Gonzalo se prepara las pruebas de acceso a la Universidad. Consultó hacerlo en la UNED «pero hay clases presenciales que yo no sé si voy a poder asistir porque estoy todo el día en la carretera, lo mismo por Logroño que por Vitoria, mientras que en la UNIR, al ser todo 'on line', me va genial, para mí eso era casi una condición». Eso sí, una buena conexión a internet es esencial. Confiesa, no obstante, que todavía no sabe ni qué grado cursaría: «Primero quiero aprobar las pruebas de acceso, ir poco a poco, luego ya hay un mar de posibilidades».
Recientemente Gonzalo ha realizado sus primeros exámenes después de casi veinte años sin someterse a una evaluación y, admite, le costaron «un poco». Sobre todo se le atragantan las asignaturas más prácticas, como Lengua Castellana, «por la sintaxis», e Inglés, porque «la gramática es diferente a chapurrearlo». El 3 de julio se examinará finalmente con la ilusión de matricularse y cursar un grado.
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