«La despoblación es un sunami que nos está pasando por encima»
Julio Llamazares | Escritor ·
Llamazares lleva décadas fijando su mirada en la España despoblada: «Estamos volviendo al modelo medieval de las ciudades amuralladas»Julio Llamazares (Vegamián, León, 1955) escribió 'La lluvia amarilla' en 1988. Aquel largo monólogo del último habitante de un pueblecito pirenaico escondía ya una ... amarga reflexión sobre una España que desaparecía irremediablemente; esa misma España cuya defunción lloramos ahora, treinta años después.
- ¿Por qué hemos tardado tanto tiempo en preocuparnos por la despoblación?
- Pues no tengo una respuesta, aunque sí ciertas intuiciones. La primera es que España a finales del siglo XX y principios del XXI vivió un gran proceso de desarrollo que hacía que su pasado rural pareciera no interesar a nadie. La segunda es que este país siempre ha sido un poco paleto y creemos que la modernidad está reñida con el recuerdo de nuestro pasado.
«Ahora hay mucha gente que va a los pueblos como quien va a la fábrica o a una oficina»
- ¿Le ve alguna solución?
- Soy muy escéptico. Hay zonas que son ya irrecuperables, a las que solo se pueden aplicar tratamientos paliativos, es decir, dignificar en lo posible la vida de las personas que aún viven en ellas. Otras, que sí podrían salvarse, necesitarían tales inversiones, no solo económicas, que difícilmente podrán ser llevadas a cabo. La despoblación del mundo rural es un sunami que nos está pasando por encima y hoy por hoy el Estado español no está preparado para combatirlo.
- ¿Teme usted que esta súbita preocupación por la España vacía sea una moda pasajera?
- Es un riesgo. Yo vengo advirtiendo de ello hace ya algún tiempo. La preocupación por la España vacía, si no pasa de ahí, será una moda que no servirá de nada. Los booms pueden convertirse en boomerangs.
- ¿Hay algo de impostura -de falsa nostalgia por una supuesta Arcadia feliz- en los tantísimos lamentos por la España vacía?
- Por parte de algunos sí, por parte de otros no; depende de cada persona. El campo nunca fue una Arcadia feliz, pero tampoco es una condena, como nos han hecho creer desde los centros de poder desde hace mucho. Ni una cosa ni la otra. Ni el ecologismo naïf ni el supremacismo urbano son posiciones inteligentes a estas alturas de la historia.
- Por cierto, ¿España vacía o España vaciada? ¿Qué término refleja más cabalmente la realidad?
- Yo creo que España despoblada.
«A largo plazo, es más fácil que sobrevivan Albelda o Alberite que Arnedo»
- En un pueblecito casi abandonado de los Cameros, uno de sus últimos habitantes me dijo: «Los pueblos están mejor que nunca, pero la gente no quiere vivir en ellos». ¿Tiene la sensación de que estamos ante un cambio cultural que no se arregla ni poniendo 5G en toda la sierra?
- Pues sí. El problema de la despoblación del mundo rural es global, no sólo en términos geográficos (en todo el mundo ocurre lo mismo), es también multicausal, o transversal, como se dice ahora. Nunca ha habido tantos servicios e infraestructuras en nuestros pueblos como hoy en día y, sin embargo, la gente se va de ellos. El mundo ha cambiado y el campo ya no necesita tanta mano de obra como hace algunas décadas. Y, a la vez, la gente ya no precisa tampoco vivir cerca de sus explotaciones gracias a las comunicaciones. Yo siempre digo que la principal causa de la despoblación ha sido el coche. Antes la gente vivía en los pueblos porque no tenía otro remedio, ahora muchos van a trabajar a ellos como el que va a una oficina o a una fábrica. Volvemos al modelo de la Edad Media: el de las ciudades amuralladas. La gente trabaja fuera de la ciudad, pero al anochecer se refugia en ellas porque en el campo hay muchos enemigos: la soledad, la falta de acceso a ciertos servicios, el sentimiento de ausencia y apartamiento...
- ¿Vivimos tan obsesionados con los nacionalismos periféricos que hemos olvidado por completo la España interior?
- Entre otras razones.
- ¿'Teruel existe' podría marcar un camino para todos o esto acabará mal si cada territorio busca la salvación por su cuenta?
- Yo creo que es un paso, un aviso para navegantes, pero no es la solución. Los desequilibrios territoriales pasan por una actuación del Estado en su conjunto, no porque cada provincia o región haga la guerra por su cuenta. El problema es que con la situación política actual en España es imposible un pacto de ningún tipo.
«Mucha gente en las ciudades, incluso las pequeñas, como Logroño, tiene una visión errónea de la realidad rural»
- ¿Cree que, por lo general, los políticos de Madrid tienen una versión distorsionada del mundo rural?
- No es que lo crea, lo veo todos los días (vivo en Madrid). Pero no solo en Madrid ni los políticos. Mucha gente en las ciudades, incluso las pequeñas, como Logroño, tiene una visión errónea de la realidad rural. Hasta en los pueblos residenciales sucede eso. Y políticos los hay en todas las partes.
- En 'Las rosas de piedra', usted realiza un viaje por las catedrales españolas. ¿Tuvo la sensación de que las provincias del interior van camino de convertirse en museos al aire libre? En este sentido, ¿puede aportar el turismo alguna solución para remediar el éxodo rural?
-Ya lo son en muchos casos. Y ello no es una solución de futuro. Un cáncer no se combate con aspirinas, necesita un tratamiento de choque y, aún así, a veces tampoco sirve.
- En una reciente columna en el diario 'El País', usted reparaba en el destino fúnebre de las ciudades interiores. León era un ejemplo excelente, pero en La Rioja la atonía de lugares como Nájera, Alfaro o Santo Domingo resulta alarmante. ¿Son estas pequeñas ciudades la próxima frontera de la despoblación?
- Conozco La Rioja, pero no tanto como para hacer un diagnóstico. Aparte de que yo solo soy un escritor, no un sociólogo. La Rioja es un caso especial. Por un lado, refleja a la perfección lo que está ocurriendo en España: hay una Rioja próspera -la del valle del Ebro- y otra que se despuebla -la de las montañas-, pero, por otro, tiene características diferentes. Una es su proximidad a Navarra y al País Vasco, que la sitúa en un área de progreso, y otra su riqueza agraria. Pero sí, la tendencia es a la concentración de la gente en las grandes ciudades y en sus áreas de influencia y en La Rioja la única que reúne esa condición es Logroño. Ni Calahorra ni Haro están libres de la atonía a la que te refieres. Es más fácil que a largo plazo sobrevivan Albelda o Alberite que Arnedo.
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