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Alexis Tsipras recibe a Kyriakos Mitsotakis, ganador de las elecciones generales, a las puertas de la Mansión Máximos, residencia oficial del primer ministro. EFE

Mitsotakis se compromete a «cambiar Grecia»

El nuevo primer ministro jura el cargo y Syriza despide una legislatura infernal para liderar la oposición

darío menor

Enviado especial. Atenas

Lunes, 8 de julio 2019, 23:00

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El conservador Kyriakos Mitsotakis, ganador por mayoría absoluta de las elecciones generales celebradas en Grecia el pasado domingo, ya es oficialmente primer ministro. Juró este lunes su cargo en una solemne ceremonia celebrada en el Palacio Presidencial de Atenas con la mano derecha apoyada sobre una Biblia y después de escuchar las oraciones que durante cerca de cinco minutos realizó Jerónimo II, arzobispo de la capital griega y líder de la Iglesia ortodoxa en el país.

La vuelta a la liturgia tradicional de estos actos fue la mejor representación del fin del período en el poder de Alexis Tsipras, primer ministro durante los últimos cuatro años como líder de la coalición izquierdista Syriza. Coherente con su ateísmo, en 2015 no invitó a ningún jerarca eclesial a la ceremonia de toma de posesión, para la que tampoco quiso ponerse una corbata.

LA CLAVE

  • Sin vacaciones. El dirigente conservadorse pone manos a la obra para hacer realidad cuanto antes sus reformas

Después de la firma conjunta con el jefe del Estado, Prokopios Pavlopoulos, y de los emotivos saludos a su familia, Mitsotakis aseguró que los ciudadanos habían dado a su partido, Nueva Democracia (ND), «un mandato muy claro para cambiar Grecia» y que lo va a «cumplir en su totalidad». Dijo que tenía «plena confianza» en que su Gobierno iba a estar a la «altura de las expectativas» y prometió «trabajar duro» desde el primer día.

De momento parece que va a cumplir, pues ha renunciado a irse de vacaciones para sacar adelante cuanto antes las reformas prometidas. Entre ellas destacan las bajadas de impuestos para conseguir reactivar el sector privado y aumentar la inversión y el consumo. El máximo mandatario de ND espera así estimular el crecimiento del PIB para que pase del 2% actual hasta el 4%.

Una vez concluida la ceremonia en el Palacio Presidencial, Mitsotakis se dirigió a la residencia oficial del jefe de Gobierno, donde le estaba esperando Tsipras. Fue un gesto de cordialidad del que no gozó el líder de Syriza cuando llegó al poder en 2015 para suceder a Antonis Samarás, de ND. El nuevo primer ministro completó la jornada con la elección de los miembros de su Ejecutivo. Eligió a personas de su círculo de confianza, entre los que destacan Panagiotis Pikrammenos como 'número dos' del Gobierno, Christos Staikouras como ministro de Economía y Nikos Dendias como titular de la cartera de Exteriores. Sólo hay dos mujeres en un gabinete de 19 personas; las encargadas de las áreas de Educación y de Cultura. Los ministros tomarán este martes posesión de su cargo y este miércoles tendrá lugar el primer consejo del nuevo Ejecutivo.

Vuelta al activismo en la calle

Las elecciones generales del domingo, en las que Syriza se quedó en un 31,5% de los votos frente al 39,8% de ND, suponen una honrosa derrota para Tsipras, al que a sus 44 años todavía le queda mucho por decir en la política griega. Su coalición sólo ha perdido cuatro puntos respecto a las legislativas de septiembre de 2015 y recupera casi ocho enteros frente a las europeas del pasado mayo. «Tenemos un Gobierno fuerte con una oposición fuerte», titulaba con acierto un artículo el diario 'Kathimerini'. Con su desalojo de los palacios del poder, Syriza vuelve a ser un partido de protesta.

«Que se prepare Mitsotakis porque nos va a encontrar en las calles. Vamos a manifestarnos en cuanto el Gobierno haga algo que no nos guste o empiece a desmontar lo que hemos conseguido», advertía Ilias Theofanopoulos, veterano militante de la coalición izquierdista. En los últimos cuatro años la conflictividad social se ha reducido mucho en Grecia, con manifestaciones multitudinarias sólo en contra del acuerdo firmado el año pasado entre Atenas y Skopje sobre el nombre de la pequeña república balcánica de Macedonia del Norte.

Theofanopoulos, de unos 50 años, siguió los resultados de la noche electoral en la carpa que Syriza montó en la céntrica plaza Syntagma de Atenas. El ambiente no era de tristeza ni de desesperación por la derrota. Los simpatizantes fumaban y bebían latas de cerveza mientas comentaban los resultados. «Esto no es ningún funeral. Seguimos vivos y vamos a dar guerra», decía Sana Sarri. «No podemos estar contentos porque sabemos el daño que la derecha le ha hecho a Grecia cada vez que ha gobernado, pero no hemos perdido tantos apoyos. Encontramos el país destruido y tuvimos que correr para evitar que se hundieran los bancos, la educación o la sanidad. Nuestro mayor error tal vez fue que no comunicamos bien lo que estábamos haciendo, pero es que no daba ni tiempo», reconoció Sarri.

Los dos amigos aseguraron sentirse seguros de que Syriza no va a dejar de ser «100% de izquierdas» aunque Tsipras dijera en la noche electoral que pretende hacer de ella una formación «progresista», lo que pareció una renuncia a los principios de la extrema izquierda. «Tsipras sabe lo que hace. Es la persona correcta para el momento actual», coincidía confiado Mijalis, miembro de las juventudes de Syriza.

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