Peter Thiel, la obsesión por el anticristo
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Las teorías apocalípticas del jurista nazi Carl Schmitt se han convertido en la hoja de ruta para el multimillonario de la tecnología, acérrimo defensor de TrumpEl multimillonario de la tecnología, cofundador de PayPal y Palantir, Peter Thiel, cuya pasión por la filosofía apocalíptica es el tema central de una reciente ... serie de conferencias privadas, vive obsesionado con el fin del mundo. «Cristiano ortodoxo pequeño», como él mismo se define, lleva dos años volcado en una gira para difundir sus ideas sobre la escatología bíblica a través de mensajes variables y a veces contradictorios. Durante dos horas, la audiencia escucha perpleja las disertaciones del millonario libertario sobre el fin del mundo, el armagedón que describe la Biblia, y el anticristo, una figura que según la tradición cristina unificará a la humanidad bajo un solo gobierno antes de entregarla al apocalipsis.
El mundo de nuestra era, «apática y zombi», tiene, según Thiel, miedo de su propia tecnología. Es un mundo, dice, marcado por una creciente hostilidad hacia la innovación, la caída en picado de la tasa de fertilidad, demasiado yoga y una cultura sumida en el «interminable Día de la Marmota de la red mundial». Inversor financiero y fundador de ocho empresas en Silicon Valley, advierte que poner límites al desarrollo tecnológico destruiría Estados Unidos y extendería la alfombra roja al totalitarismo. Y sería, claro, malo para los negocios.
Este inversor ultraliberal y acérrimo defensor de Donald Trump sostiene que el mundo actual se encuentra en un estado de 'desesperación neurótica' para evitar lo que llama 'el armagedón tecnológico', entendido como la amenaza real de una conflagración nuclear, el desastre del cambio climático y el descontrol de la inteligencia artificial (IA). Y esa desesperación, concluye, ha vuelto a la civilización susceptible a algo aún más peligroso: el anticristo. «El anticristo llega al poder cuando se habla constantemente sobre armagedón, sobre los rumores de guerras», y se le «atemoriza [al poder] para que entregue el control sobre la ciencia y la tecnología», señala en un audio de una de sus conferencias privadas filtrado a los periódicos The Washington Post y The Guardian.
La filosofía de Thiel combina los vértices de la escatología cristiana con elementos de la cultura popular que venera, como 'El Señor de los Anillos' de J.R.R. Tolkien, que proclama haber leído más de 10 veces. De hecho, el empresario es conocido por utilizar muchos de los conceptos del texto tolkiano para nombrar a sus empresas, Palantir Technologies, Mithril Capital y Valar Ventures, como emblemas de poder e innovación tecnológica. Su torre filosófica cuenta también con un manto de teoría social, proveniente de otra importante influencia, el filósofo franco-estadounidense René Girard (le conoció en Stanford) creador de la 'teoría mimética' de que los deseos humanos se aprenden mediante la imitación, lo que a menudo conduce al conflicto y a la violencia.
Pero la piedra de toque que le llevó a conectar todos los puntos entre su vida empresarial y su cosmovisión política se debe al teólogo austriaco Wolfgang Palaver, cuyo trabajo crítico sobre las teorías apocalípticas del anticristo y el catéjon del jurista alemán nazi, Carl Schmitt, impresionaron al empresario. Sí, Schmitt, el gran crítico de la democracia parlamentaria y el liberalismo de Weimar, que dotó al régimen nazi de la estructura legal para justificar su evolución al autoritarismo.
Con el tiempo, Palaver, que mantiene conversaciones y encuentros con Thiel, ha expresado su temor a que el inversor haya derivado a una interpretación potencialmente catastrófica de Schmitt. Su trabajo sobre el jurista nazi, reconoce, podría haberse convertido en un vehículo para la difusión de las ideas extremistas del defensor de La noche de los cuchillos largos de Hitler. Con todo, no se ha atrevido a criticar públicamente al empresario.
'La mafia de PayPal'
Hijo de inmigrantes alemanes, que creció en la Sudáfrica de los 70 en la que aún se veneraba a Hitler abiertamente, Thiel es uno de los cuatro multimillonarios libertarios con raíces en aquel país conocidos como la 'mafia de PayPal', que incluye a Elon Musk, David Sacks y Roelof Botha. En 'The Contrarian de 2021', su biografía, Max Chafkin revela que cuando estudiaba en Stanford defendía el apartheid como un sistema «económicamente sólido».
Su filosofía combina los vértices de la escatología cristiana con elementos de la cultura popular
Vinculados por ideas libertarias antidemocráticas similares, los cuatro han emergido de Silicon Valley con una enorme influencia en la industria tecnológica y la política de Estados Unidos. Pero Thiel ha sido el más audaz en avanzar públicamente su filosofía política: «No creo que la libertad y la democracia sean compatibles», señaló en un ensayo de 2009. Lo más notable de todo es su negativa a conectar su teoría del fin del mundo con el impacto que sus intervenciones en la política y la tecnología global tienen en él, y por ende, la amenaza que suponen para la humanidad.
Dadas las consecuencias, lo extraño sería que el mundo no desconfiara de ellas. Su empresa Palantir, arquitecta del algoritmo de guerra en conflictos globales como los de Ucrania e Israel, decide quién es visto, quién es señalado y quién es el objetivo final. El análisis de datos de su tecnología de IA capacita al gobierno estadounidense para llevar a cabo la supervigilancia extrajudicial de los ciudadanos y la persecución masiva de inmigrantes.
Thiel, que también es inmigrante, además de abiertamente gay y promotor del uso de la marihuana, ha tenido un papel clave en impulsar al movimiento nacional ultraconservador a través de sus mega-donaciones y en llevar a Trump y a su protegido J.D. Vance al poder. Sus inversiones en tecnología militar y los contratos con el ejecutivo para la vigilancia social se han convertido en intervenciones deliberadamente cómplices del descenso del país en el autoritarismo. Y, sin embargo, en sus conferencias se entretiene con la idea de que el anticristo de hoy en día podría ser Greta Thunberg, la activista del cambio climático sueca de 22 años.
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