La debacle electoral del laborismo en una ciudad minera de Gales cuestiona a Starmer
Caerphilly había votado durante más de cien años a la izquierda, que en estos comicios locales se hunde ante el nacionalismo y el partido ultra de Farage
Caerphilly, una ciudad de poco más de 40.000 habitantes cercana a Cardiff, capital de Gales, es conocida por sus castillos, quesos y viejas minas. ... Su historia es la del carbón, escrita por generaciones de mineros. Gente dura y leal al Partido Laborista. En cien años, nadie había derrotado allí a la formación del actual primer ministro, Keir Starmer. Cuentan que ni siquiera era necesario contar los votos; hacían el recuento al peso. Se daba por hecho el triunfo del partido de los obreros. Pero eso se acabó el jueves. Vencieron los nacionalistas del Plaid Cymru con el 47% de los sufragios y, lo peor para el Gobierno, la segunda fuerza política fue el Reform UK, del ultraderechista Nigel Farage, que pasó del 2% en los pasados comicios al 36%. El laborismo, siempre abrumador en esta población, se quedó en el 11%. Esta derrota en un feudo que parecía inexpugnable deja a Starmer muy tocado de cara a la cita con las urnas de mayo en las elecciones locales. Hasta en su filas le buscan ya un relevo.
El fallecimiento de un diputado abrió un proceso electoral en este enclave que ha desatado un terremoto
El pasado 12 de agosto encontraron muerto en su casa a Hefin David, que iba a cumplir 48 años un día después. Era diputado autonómico del Partido Laborista en Caerphilly. Aquel suceso activó un efecto dominó que ayer hizo tambalearse a Starmer. Cuando fallece un electo, se inicia un proceso de comicios parciales. Las elecciones celebradas el jueves en Caerphilly han pulsado todas la alarmas en el Ejecutivo británico. Si en una ciudad de memoria obrera el laborismo se hunde así, ¿que sucederá en primavera? Starmer es primer ministro desde junio de 2024. Heredó los efectos del Brexit y ha tenido que afrontar todas las broncas generadas por la cuestión de la inmigración, que tanto rédito da a la extrema derecha. El jefe del Gobierno apostó por la mano dura. No parece darle resultados. Al menos, en Caerphilly.
Los conservadores también caen
Esta pequeña ciudad se ha convertido en el laboratorio electoral del Reino Unido. De una pequeña gota, los analistas y los responsables de los partidos tratan de obtener proyecciones. A la debacle del laborismo se une la de los conservadores, que en esta región nunca han sido dominantes. Ahora son irrelevantes: apenas el 2% de los votos. Los dos grandes partidos británicos son ya meros comparsas. El nacionalismo de Lindsay Whittle, de tinte moderado, captó a los votantes progresistas. Y el ultra Farage, defensor del Brexit, de levantar fronteras y de expulsar a los inmigrantes, se quedó con el voto de los que se sienten defraudados o traicionados por los políticos. Al laborismo le han quedado las migajas.
En Caerphilly, los edificios de cristal le van ganando terreno al ladrillo de los bloques y casas donde vivían los mineros. El cierre de las galerías, a finales del pasado siglo, provocó un cambio social. Hoy es una ciudad dormitorio de Cardiff, aunque conservaba su sello como bastión laborista. Starmer tiembla. Sobre todo, por el crecimiento imparable de los reformistas de Farage. Puestos a elegir la opción de la mano dura, los votantes se decantan por la ultraderecha. Fuentes del Partido Laborista asumen que este resultado coloca al primer ministro «en una situación peligrosa». «Las elecciones de mayo –auguran– serán un momento crítico».
Los laboristas, según 'The Times', están «desesperados». «La gente no ve el cambio que prometió Starmer. Ya no le escucha». Le falta carisma. Si no remonta en mayo, el partido ya piensa en el alcalde Mánchester, Andy Brunham. Y todo por Caerphilly.
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