Un Mundial más económico y social que deportivo

La capital riojana es un poco más conocida al menos en veinticinco países, incluido España, que son los que han participado en esta edición. Un deporte, el frisbee, conocido como ocio playero, salvando las distancias, pero desconocido como deporte de competición, aunque hace ya seis décadas que nació en Estados Unidos, país que ha dominado la competición en sus tres categorías. Pero la decisión de pujar por el disco va más allá del deporte.

Las cifras hablan por sí solas. Veinticinco países, 50 equipos, 1.500 deportistas con la nutrida selección estadounidense al frente, ocho días de competición, tres escenarios deportivos, 200 partidos jugados, 20.000 pernoctaciones y un retorno económico que se estima en tres millones de euros. Tres millones en apenas quince días. La capital no tiene ningún deporte propio tan rentable. Fue Estados Unidos precisamente la selección que abrió la llegada al resto de equipos nacionales el pasado 15 de junio. Es decir, dos semanas en tierras riojanas, porque no solo la hostelería de la capital se ha beneficiado de un evento que también ha cambiado las calles logroñesas.

Deporte alejado de concentraciones hoteleras, de entrenamientos a puerta cerrada, de autobuses privados, los participantes en este evento se han movido en transporte público, han acudido a los diferentes campos a pie, con sus uniformes de juego, sus mochilas y sus botas atadas a las mismas. Deporte urbano, para disfrutar. Por unos días han dotado de más vida al Casco Antiguo, por ejemplo, llenando sus hoteles y por supuesto han descubierto la vida callejera, sobre todo Laurel, San Agustín y San Juan, amparada en el sol y la gastronomía. Y seguramente ya ha llegado a oídos de quienes el año que viene competirán en categoría Sub'20.