Eli Amatriain | Jugadora riojana de pádel

«Ni en mis mejores sueños me imaginaba llegar a donde he llegado en este deporte»

– Ha llegado el momento de decir adiós al pádel profesional. ¿Cómo lleva la despedida?

– Muy bien y muy agradecida. Es una decisión que he meditado durante mucho tiempo y mi cabeza y mi cuerpo ya me piden pasar a otra etapa.

– ¿Le da pena?

– Claro. Ser deportista profesional es un privilegio. He vivido una época de mi vida preciosa y sí que tengo esas sensaciones, pero a la vez mucho agradecimiento. No soy una persona de mirar hacia atrás, sino hacia adelante para ilusionarme con proyectos nuevos.

– Dice que no le gusta, pero miremos un poco hacia atrás. Empezó jugando al tenis, pero después cambió al pádel en un momento en el que ese deporte era mucho menos conocido que ahora. ¿Cómo fue ese cambio?

– Al pádel llego sin que en nuestra ciudad se conociese ese deporte. Jugué al tenis hasta los 17 y luego volví a Logroño para estudiar Magisterio de Educación Física. Entonces, un compañero de tenis me dijo que habían abierto unas pistas para jugar a un deporte que se parecía mucho al tenis. En mi vida había escuchado hablar del pádel y en mi primer partido me pareció todo muy raro, pero me divertí mucho. Me encontré el pádel por accidente, me gustó, quise formarme y me fui a Madrid a hacer un curso de monitora. Allí me vio el seleccionador y me ofreció irme a Madrid. Yo tenía ganas de reconciliarme con el deporte porque con el tenis viví muchos momentos de soledad demasiado joven. El pádel me brindó la oportunidad de competir con otra madurez y viviéndolo más desde el disfrute que desde el sufrimiento. Fui jugando torneos y sin darme cuenta se convirtió en mi forma de vida.

– Y acabó convirtiéndose en la número 1 del mundo y cosechando numerosos éxitos. ¿Qué balance hace de este recorrido?

– Creo que ni en mis mejores sueños hubiese imaginado llegar donde he llegado. Mi mayor agradecimiento pasa por el hecho de que durante mucha parte de mi carrera deportiva me he podido dedicar solo a jugar al pádel. Eso me ha abierto otras puertas, como estudiar Psicología.

– Y, cuando usted empezó, prácticamente no había referentes en esta disciplina.

– Había muy pocas en las que fijarse. En La Rioja, en concreto, no había nadie porque casi ni conocíamos este deporte.

– Y en veinte años, la cosa ha cambiado radicalmente. ¿Qué tiene el pádel para que enganche a tanta gente?

– Nadie imaginaba un crecimiento tan brutal, pero creo que tiene un componente social que no tienen otros deportes. Además, es fácil de jugar porque el punto de impacto está cerca de la mano. Creo que la gente se divierte mucho y eso le da un atractivo muy grande a esta disciplina.

– Y, a nivel profesional, ¿también ha habido muchos cambios?

– Antes éramos menos jugadores y la exigencia no era tan grande. Competíamos principalmente por España, pero ahora llevaba ya tres años en los que cada semana estaba cogiendo un avión para marcharme a un lugar del mundo. Nuestra vida ha empezado a ser mucho más nómada y exigente. Ahora hay 28 torneos y físicamente tienes que estar mucho más preparado. Aun cuidándote llevas al cuerpo al límite. Eso ha influido en mi decisión. Me encanta viajar, pero ya echaba de menos pasar más tiempo en casa. De hecho, me he llegado a despertar en hoteles preguntándome dónde estaba.

– ¿Con qué momentos se queda de estos 20 años?

– Ser número 1 del mundo fue especial, pero también todos los campeonatos que he jugado con España. En el primero que jugué fui campeona por selecciones y por parejas. Es lo máximo a lo que puede aspirar alguien.

– ¿Y jugar el World Padel Tour en Logroño?

– También fue muy especial. Los deportistas tendemos a guardar en la memoria los éxitos deportivos, pero el hecho de estar en casa, mirar a la grada y ver a toda la familia fue algo muy bonito.

– Miremos ya al futuro. ¿Ahora, qué?

– En mi casa siempre me han recordado que esto iba a terminar en algún momento y que preparara el camino. Así que estudié Psicología, tengo un Máster en Psicología Deportiva y estoy haciendo otro en Psicología Clínica. Este año ya he empezado a trabajar con deportistas en ese terreno.

– Qué importante es la salud mental en el deporte...

– Totalmente. Mi época del tenis, por ejemplo, fue difícil porque era muy joven y porque no tuve a nadie que me enseñase cómo funcionaba mi mente. Lo eché de menos y lo pasé mal. No tenía herramientas para gestionarlo y ahora tengo la suerte de trabajar con deportistas y siempre les digo que son unos afortunados por contar con esa educación para hacer que nuestra mente se convierta en nuestra aliada.

– Pero no dejará el pádel.

– No. Por ejemplo, me voy a Estados Unidos porque están haciendo una liga que dura cuatro semanas al año y voy a competir con un equipo. Me apetece como experiencia porque voy a seguir jugando de un modo menos exigente y voy a comprobar cómo crece este deporte allí. Aparte, tengo otras propuestas y a mí me gustaría seguir trabajando sobre el terreno, no tanto como entrenadora sino como psicóloga.

– ¿Y volver a Logroño?

– Me lo planteo. Me encanta la ciudad y mi familia está aquí. Es algo que está en mi mente, pero iré donde me lleve mi trabajo. Si consigo un proyecto aquí que me ilusione, es probable que vuelva.

– Cuando pasen los años y eche la vista atrás, ¿qué papel habrá jugado el pádel en su vida?

– Me ha dado mucho. Creo que lo recordaré como un deporte que me encontré sin buscarlo y que me ha abierto un mundo nuevo, tanto para conocer personas como lugares. Se acabó convirtiendo en un trabajo soñado y le tengo mucho agradecimiento.