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José María Murillo, en el centro, con Eloy Galván, Eloy Martínez Ribera y Manolo Garrido.
Cincuenta años de un récord

Cincuenta años de un récord

José María Murillo logró una plusmarca en la V edición del Trofeo de San Bernabé de atletismo que estuvo vigente en la categoría absoluta más de once años

CÉSAR ÁLVAREZ

Viernes, 16 de junio 2017, 18:16

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En junio de 1967, el Hijo del Viento -Carl Lewis- todavía no había cumplido seis años y quedaban lejos sus épicas y elegantísimas actuaciones olímpicas. En España, Sánchez Paraíso era el más rápido en correr los 100 metros. El plusmarquista nacional recorría el hectómetro en 10.5 segundos.

En La Rioja, destacaba un chaval -recién llegado al atletismo- que en apenas un par de años había llamado la atención de los aficionados por sus buenas maneras y su rapidez, aunque todavía le faltaba hacer algo 'grande' dado que su primera participación en el Campeonato de España que organizaba 'Educación y Descanso' se había saldado con una pobre actuación en triple. Una prueba que no era la suya y en la que apenas llegaba al foso.

Pero ese joven, llamado José María Murillo, tuvo su actuación soñada de la que el domingo hizo 50 años. La Federación Riojana de Atletismo, para celebrar al patrón de la capital, organizó en Logroño la quinta edición del Trofeo de San Bernabé. Inicialmente iba a adoptar el formato de triangular entre Tolosa, Huesca y Logroño, pero al final los guipuzcoanos no pudieron acudir y la competición se redujo a un mano a mano entre riojanos y aragoneses sobre la pista de ceniza negra de la Hípica Deportivo Militar de Logroño.

La representación riojana en la prueba más corta del programa correspondía a José María Murillo y Alberto Muru. El primero consiguió parar los cronos en 11.1 y Muru, segundo, también mejoró su marca, consiguiendo un doblete para Logroño en esa prueba.

La marca de Murillo suponía un nuevo récord regional tanto en categoría juvenil como absoluta. La plusmarca estuvo vigente en la categoría absoluta más de once años hasta que Óscar Arnedillo, ya en 1978 estableció el 10,6 que todavía sigue figurando entre los mejores registros (manuales) de la historia del atletismo riojano. Antes, tanto Alberto Muru (también en 1967) como Rafael Ibáñez (en 1971) habían conseguido igualar el registro, pero hasta 1978 nadie lo superó.

Con su marca, una de las mejores del país, Murillo acudió al Campeonato de España a León, pero la mala fortuna se cebó con él. Al llegar a la ciudad castellana, se dirigió a su pensión y al subir las escaleras resbaló y se golpeó la rodilla. Las atenciones del equipo catalán alojado en la misma pensión (que viajaba con entrenadores y médicos, no como Murillo que se desplazó solo a León pese a su juventud) no fueron suficientes para evitar los problemas físicos en la competición.

Al año siguiente, Murillo inició sus estudios en la Escuela de Ingeniería Técnica de Logroño y pronto vio que la práctica del atletismo era incompatible con su presencia en las aulas. Optó por la ingeniería -que ha sido su modo de vida- y el récord quedó para la historia.

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