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Joel González, bronce olímpico en Río 2016
Joel González, taekwondo por inspiración paterna
Río 2016 | Taekwondo

Joel González, taekwondo por inspiración paterna

Tras un ciclo olímpico muy complicado, el catalán se sube de nuevo al podio con un bronce de sabor especial

PPLL

Viernes, 19 de agosto 2016, 18:12

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Le costaba encontrar la motivación después del oro de Londres 2012, pero luchador incansable, se inventó otro reto para seguir siendo el mejor. Con la medalla en la mochila, Joel González apostó por la categoría de 68 kilos, aunque los inicios no pudieron ser más frustrantes. Después de que una lesión le impidiera entrenarse después de Londres, otra inoportuna rotura en la rodilla izquierda lo obligó a correr en la preparación si quería volver a disfrutar de unos Juegos.

Es taekwondista por su padre, Pedro González. Mecánico de profesión, en cuanto ahorró lo suficiente se dedicó a su pasión: abrió un gimnasio. El hijo podía haber sido lo que quisiera, pero a los once años decidió que el fútbol no le llenaba. Y se hizo mejor en el tatami cada día gracias a su hermana mayor, que le ganaba cuando eran pequeños.

Campeón desde bien pronto, nunca descuidó sus estudios, aunque se durmiera en clase porque levantarse a las seis y media de la mañana para un primer entrenamiento del día no fuera el mejor desayuno. Licenciado en Criminología también estudió Administración y Dirección de Empresas y un Máster en Riesgos Laborales.

Dejó este año olímpico para poder prepararse a conciencia. Lo necesitaba después de que un mal movimiento en el tatami lo dejara en el sofá y en la camilla del fisioterapeuta durante varios meses. Sin embargo, su empeño por conseguir volver a ser el mejor lo llevó a confiar en su recuperación. Las partidas de ajedrez con su padre fueron una muy buena opción para que la cabeza se mantuviera ocupada y encontrara opciones para cuando los combates del futuro no salieran como estaba trazado en un primer plan.

Una vez que dejó la lesión atrás, comenzó una lenta recuperación de su velocidad perdida, de sus antiguos movimientos, de la chispa que lo llevó al oro en Londres 2012. Cambió su forma de entrenar, de pensar, de confiar de nuevo en sí mismo y en su rodilla. Pero con mucho trabajo, y más madurez, González ha vuelto al podio olímpico. A pesar de lucir una medalla de oro, de lo que más orgullosos se sintió hace cuatro años fue de haber dado la oportunidad de compartir ese momento de los Juegos de Londres con toda su familia. Regala una nueva opción de celebrar todos juntos una medalla. Un bronce para demostrarse que puede ser el mejor otra vez. Para volver a ver el orgullo en la cara de su padre, el dueño de aquel gimnasio donde todo empezó.

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