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José Ramón no procede de una familia de vinicultores ni viticultores. Él tenía una agencia de turismo orientada al visitante internacional que venía a La ... Rioja a visitar bodegas. Después de varios años de experiencia detectaba que faltaba un sitio especial en el que poner el cierre a sus tours. Un lugar donde el visitante recibiera una explicación de cómo se ha trabajado tradicionalmente en Rioja (elaboración de vinos de maceración carbónica) y cómo se ha de poner en valor algunos aspectos como es el trabajo de los pequeños productores, a los que los extranjeros, raramente tienen acceso.
Mira y prueba
Incluye: Visita a la bodega, calado, y degustación de 2 vinos.
Duración: 75 minutos aprox.
Precio: 20 euros.
Descubriendo Rioja
Incluye: Visita a la bodega y al calado, con degustación de tres vinos y aperitivo.
Duración: 120 minutos aprox.
Precio: 35 euros.
Experiencia gastro
Incluye: Visita a la bodega y al calado, con degustación de tres vinos y aperitivo. Comida o cena con menú tradicional.
Duración: 180 minutos aprox.
Precio: 68 euros.
Vinoteca/Wine bar
Precio: Acceso libre pago por consumición.
Horario: viernes, sábados, vísperas y festivos, así como de julio a septiembre, de 19.30 horas a cierre.
Reserva de mesa: Recomendable en el teléfono 607 214 989
Bajo esta premisa buscó un lugar donde pudiera hacer realidad su deseo y así encontró en Cuzcurrita una bodega de 1881 que llevaba 30 años cerrada, que estaba semiderruida, pero que ofrecía algunas características interesantes como parte de las herramientas que se utilizaban antes para la elaboración de vino e incluso disponía de varios grandes lagares de madera, poco frecuentes en Rioja.
Hace siete años y medio José Ramón compró la bodega (en realidad eran tres) y entendió que había encontrado un tesoro que se ajustaba perfectamente a lo que él buscaba.
Ahora, José Ramón –y su mujer Yosune, a la que involucró en la costosa inversión, y en el negocio– disponen de tres bodegas, cada una con unos espacios diferentes que les permiten explicar qué es Rioja y como, tradicionalmente, en los barrios de bodegas (como el que alberga La Bodega del Tesoro) se elaboraban vinos de maceración carbónica.
José Ramón explica personalmente a los enoturistas el proceso de elaboración de vino, desde que la uva entra a la bodega hasta que sale embotellado, exhibe unos calados centenarios donde encontró (y todavía se muestran) unas grandes cubas. Algunas estaban en buen estado, las que no lo estaban tanto, han servido para reutilizar su madera y construir la escalera que permite el acceso al espacio inferior.
En el espacio donde se ubica el winebar, se encuentra una antigua prensa y algunas herramientas utilizadas hace más de un siglo en el proceso de elaboración del vino.
Ahí se ubican también algunas mesas para disfrutar de algunas de las botellas de vinos etiquetados por La Bodega del Tesoro, pero elaborados por diferentes enólogos de la Denominación.
Ahí se encuentra también un espacio que brinda una de las opciones más singulares para disfrutar del vino y la gastronomía local. Uno de los grandes lagares redondos de madera guarda en su interior una mesa en la que, un máximo de ocho personas, pueden disfrutar de una cata muy especial acompañada de algunos aperitivos.
En un espacio aledaño, justo al otro lado de la carretera, La Bodega del Tesoro dispone de un calado que ejemplifica cómo durante años, en la mayoría de los pueblos de la geografía riojana, los viticultores elaboraron sus propios vinos de maceración carbónica. En unos casos, eran vinos producidos para consumo propio y, en otros, los menos, dedicados a la venta comercial. José Ramón y Yosune tienen como uno de sus principales objetivos hacer entender a los que visitan su bodega la importancia de los pequeños elaboradores, continuadores de esos que 'habitaban' los barrios de bodegas, y que siguen elaborando grandes vinos aunque no tengan acceso a los grandes circuitos comerciales. Es por eso, que en La Bodega del Tesoro se sirven y venden no solo los vinos etiquetados por la propia bodega, sino también algunos otros que se elaboran en distintos puntos de la geografía regional.
El valor del trabajo de esos pequeños productores es algo que José Ramón quiere transmitir a sus visitante, como también lo es el valor diferencial de las parcelas en las que se produce la uva, «muchas veces son parcelas pequeñas, como ocurre al norte del Ebro. Hay que tener en cuenta que en Rioja hay entre 500 y 600 bodegas, pero el número de propietarios de parcelas es infinitamente mayor... Hay mucha parcela pequeña que tiene mucho valor y singularidad», señala José Ramón, orgulloso de que poco a poco no sólo se haya recuperado un edificio que constituye un tesoro en sí mismo, sino que haya ido poniendo en valor también, entre sus visitantes, los barrios de bodegas, a los pequeños productores y esos vinos singulares como los que él y Yosune etiquetan con el nombre de 'La Bodega del Tesoro'.
«Una de las prácticas habituales de las bodegas, aunque mucha gente lo desconoce, es comprar vinos ya hechos. Eso es lo que he hecho yo. Les he pedido a seis enólogos riojanos que me elaboren seis vinos completamente diferentes y exclusivos, y esos son los que yo tengo. Muchas veces eso me sirve para abrir los ojos al visitante y explicarle que igual él está bebiendo un vino que lleva la etiqueta de una bodega, pero que no lo ha elaborado esa bodega sino que parte es comprado a una cooperativa... Ese tipo de cosas es lo que yo quiero que el que venga aquí aprenda, porque son cosas que casi nunca se lo van a decir en las visitas a otras bodegas», admite.
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