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El comisario Rafael García posa delante de un dibujo de 'Krazy Kat'. Virginia Carrasco

George Herriman: Viñetas en el templo del arte

La exposición del Reina Sofía sobre George Herriman responde a la deuda de los museos con el cómic

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Lunes, 20 de noviembre 2017, 00:01

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Cuando George Herriman (Nueva Orleans, 1880-Los Ángeles, 1944) empezó a dibujar no podía imaginarlo, pero sus ocurrencias romperían un muro del arte. Cuando George Herriman murió tampoco lo había pensado porque las luchas de su vida le habían impuesto un carácter humilde insospechado entre las colinas de los famosos actores Hollywood porque se había ganado la vida durante cuatro décadas dibujando viñetas sobre un gato enamorado de un ratón.

Sin embargo, hoy el museo Reina Sofía puede presumir de dedicar por primera vez una exposición a un autor de cómics y elevar a Herriman a un lugar destacado del arte. Se trata de otro muro de prejuicios tumbado con paciencia. «Su obra se desarrolla en las cuatro primeras décadas del siglo XX, en una época de formación y expansión no sólo del cómic, sino del cine y de la fotografía. Es un momento clave en la historia del siglo XX, especialmente a través de las vanguardias artísticas con todos esos 'ismos' que coinciden con la cronología de Herriman en un momento bastante vibrante en la historia del arte», comienza el comisario de la exposición, Rafael García. «El cómic forma parte de ese relato, no podemos obviarlo porque es un hecho que pasó y que influyó y no puede quedar fuera. Con la exposición de Herriman no sólo damos a ver la valía de su trabajo sino que intentamos derribar esa barrera entre la baja y la alta cultura para cuestionarlos la legitimación del arte, porque al cómic le ha costado entrar al museo cuando no le ha costado tanto al cine y nadie se extraña. Al cómic le ha costado un poco más entrar en este templo del arte que son los grandes museos», reconoce un experto que ha trabajado más de cuatro años para ofrecer la primera exposición internacional del autor en un museo.

El principal reconocimiento de Herriman procede de su tira 'Krazy Kat', una obra que fue elogiada por Pablo Picasso y numerosos intelectuales, pero que no contaba con muchos seguidores cuando fue publicada entre 1913 y 1944. «Tiren al gato al río», escribió un lector en una carta al director en 1928. Por entonces podría haber competido con la popularidad de las producciones Disney, que en los años treinta comenzaría la llamada era de dorada de la animación americana, pero nunca estuvieron en la misma dimensión. «Su cómic es mucho más complejo, su obra no tuvo mucha aceptación popular, pero sí entre los intelectuales de la época, que supieron ver más allá o entender esas lecturas. Es un caso complejo dentro de la historieta, es una caso único. Walt Disney utilizaba un poco una trama más sencilla de lo que Herriman trataba de llevar la papel», aclara Rafael García.

El consejo del repartidor

Herriman publicaba 'The Dingbat Family' en el New York Evening Journal, cuando se le ocurrió dibujar en la franja inferior de la tira a un ratón blanco lanzando un objeto a la cabeza de un gato. Willie Carry, el chico de los recados del diario, le dijo que le resultaba gracioso y que debería seguir con ese personaje. El autor recogió el consejo y acudió a sus jefes para proponerlo. «Al final, Brisbane (el director) me dijo: "Llévate el gato y el ratón de Dingbats y úsalos, haz con ellos otra tira"», recuerda un cartel de la exposición.

La historia de 'Krazy Kat' se desarrolló por el amor del gato Krazy por el ratón Ignatz en el desierto de Coconino (Arizona). En su locura, el felino interpretaba que cuando el roedor le lanzaba un ladrillo era una demostración de amor, mientras que el perro policía Offisa Pupp defendía al gato porque a su vez estaba enamorado de él.

La serie, considerada por la revista The Comics Journal como el mejor cómic del siglo pasado, apareció por primera vez en 1913 en el diario New York Evening Journal, propiedad del magnate de la prensa William Randolph Hearst, quien la mantuvo y la publicó en varios periódicos estadounidenses durante más de tres décadas, a pesar de no gozar de demasiada aceptación entre el público.

«La falta de éxito en vida se debe en parte a la dificultad que tiene su lectura, al hecho de que maneje tanto 'slang' y tantos idiomas; eso hizo que la gente no llegara a la comprensión», señala el comisario delante de una de las 160 obras de la exposición en que se reparten bocadillos en inglés, castellano, francés y yiddish. Ese desarrollo políglota delata su procedencia de Nueva Orleans, región multicultural segregacionista que obligó a su familia a marcharse a Los Ángeles, donde él ocultó su ascendencia para poder trabajar en periódicos destacados y casarse con una mujer blanca. Por contra, su pincel mostró mejor esa esencia disfrazada en la vida real. «No sé si es intencionado pero quiero pensar que sí. La identidad de una persona que se hace pasar por blanco y vive una vida que no es la suya se ve en 'Krazy Kat', un gato de raza negra. En muchos dibujos lo ves tocando un banjo de calabaza, que es uno de los instrumentos que usaban los esclavos en las plantaciones de algodón. También el lenguaje o argot que utiliza, que es como muy afroamericano y de principios de siglo XX. Hay muchas razones que nos llevan a pensar que hay una parte de biografía en la historia de 'Krazy Kat'», ilustra Rafael García.

El genio creativo de Herriman se observa en su capacidad para cambiar una base tópica y convertirla en una novedad que fue capaz de mantener durante décadas gracias a su capacidad de innovación. «Las lecturas que se han dado a 'Krazy Cat' son múltiples, infinidad. Una es que es precursor del surrealismo que nace con André Breton en 1924, con lo que hay 11 años de antelación. Se dan ciertos paralelismos formales principalmente como la fascinación por el arte aborigen, los paisajes desérticos, las figuras antropomórficas. también hay lecturas psiconalíticas como el trío amoroso entre perro, gato y ratón donde se da como una inversión de roles: se da un gato enamorado de un ratón cuando en teoría por orden de naturaleza tendría que ser al revés... y un perro enamorado de un gato», recuerda.

Herriman, quien vivió los últimos años de su vida en una mansión en Hollywood con su hija, trece gatos callejeros y cinco perros, se dedicó con empeño hasta dibujar aproximadamente 10.000 tiras diarias y 1.500 páginas dominicales (en blanco y negro hasta el año 1935 con el cambio al formato tabloide). Maquinó obras en su estudio hasta que murió por una insuficiencia hepática y siempre buscó innovaciones para unas creaciones en las que equilibraba la importancia del texto y del dibujo para contar sus historias. «En una obra tan extensa, tan prolífica, es increíble como no pierde la originalidad. Se basa en el trío amoroso de los tres personajes pero no pierde la genialidad», defiende García sobre el autor que ha abierto el museo español a las viñetas.

'Krazy Kat es Krazy Kat es Krazy Kat'

Lugar: Museo Reina Sofía (Madrid). Edificio Sabatini.

Fechas: 18 octubre, 2017 - 26 febrero, 2018.

Exposición: 160 obras, desde dibujos originales a los periódicos de época donde estos fueron publicados,no sólo de 'Krazy Kat' sino también de otras tiras de Herriman como 'Baron Bean', 'Embarrasing Moments' o 'The Family Upstairs'.

Precio: 10 euros en taquilla, 8 (más gastos) en la web del museo.

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