Una vez extinguidos los últimos ecos de esta formidable 4ª edición de La Rioja Festival, que acaba de finalizar el domingo de modo tan apoteósico, ... es el momento de completar el repaso a los conciertos celebrados en la segunda parte del festival, comenzando hoy por los de pequeño formato, para continuar con los sinfónicos en una próxima crítica.
El miércoles 21 presentaba sus credenciales el Ensemble Rona, ¡y qué credenciales!. Tres jóvenes, pero ya consolidados intérpretes, haciendo música con total entrega y enorme calidad.
Nos dejaron una versión profunda del conmovedor y atormentado Nocturno D.897 de un Franz Schubert al borde de la muerte, en el que parece despedirse en paz de su corta vida. Y todavía pudimos comprobar más intensamente la excelencia de estos tres músicos en el Trío para piano y cuerdas de Maurice Ravel, luciendo una amplísima gama expresiva individual y una compenetración absoluta en un modélico trabajo de cámara. Dieron vida y ritmo de zortziko al I. Modéré inicial, lucieron viveza y garbo español en II. Pantoum y mostraron gran virtuosismo en el IV. Final (Animé). En este concierto pudimos escuchar, por fin, una obra de Francisco Coll, compositor en residencia de este festival, se trata de Three pieces «after Turia» en tres movimientos, interpretada magistralmente por Juan Barahona al piano, resaltando brillantemente los acentos y raíces de la música española (a veces recordaba a Falla) tan bellamente expuestos en un lenguaje actual.
Siempre se me había resistido el compositor griego Iannis Xenakis, máximo exponente de la música aleatoria, pero disfruté esta vez de su rico lenguaje con el dúo para violín y chelo «Dhipli Zyia» (doble simetría) interpretada por Valerie Steenken y Montserrat Egea de forma magistral. Un feliz descubrimiento. El bis obligado por los intensos aplausos fue la preciosa canción de Tchaikovsky, Romanza Op. 6 nº 6 «None but the lonely heart» en arreglo para trío con piano, espléndidamente fraseado.
No pude asistir a ninguno de los dos conciertos celebrados el viernes 23, en Cervera de Río Alhama y en Bodegas Vivanco, pero el sábado 24 reanudé festival en Navarrete, con la sorpresa mayúscula de encontrar dos fabulosas liederistas en la soprano alemana Eva Zalenga y la pianista rumana Teodora Oprișor, jóvenes todavía veinteañeras, pero con una madurez musical de muchos quilates. Su perfecta adaptación al estilo y a los matices de autores tan diferentes como Edvard Grieg, Franz Schubert, Robert y Clara Schumann o Richard Strauss, hacían modélicas todas sus intervenciones. La voz de Eva Zalenga tiene un bellísimo timbre y potencia más que apropiada para este repertorio, frasea con deleite y acentúa con singular hermosura; por destacar algo, su maravilloso lied «Margarita en la rueca» (Gretchen am Spinnrade D 118) de Schubert, respecto a la pianista Teodora Oprișor, creo que es la acompañante que cualquier cantante de lied querría tener, con una delicadeza en la pulsación insuperable, una precisión sin fisuras y una expresión musical riquísima en matices: sus acompañamientos en Strauss fueron de una excelencia resplandeciente. Después del formidable esfuerzo de cantar más de una hora sin descanso alguno, todavía regalaron al público la preciosa canción «La Trucha» de Franz Schubert. El maravilloso retablo de la iglesia de Navarrete fue un fondo precioso y monumental a este espléndido concierto.
Y el domingo 25, la esperada presencia del Cuarteto Casals con Pablo Sáinz-Villegas, artistas de enorme proyección internacional, en la querida iglesia de Sajazarra de tanta tradición musical.
Abrieron programa con el Cuarteto nº 3 de Juan Crisóstomo de Arriaga, el 'mozart' español, en una lectura intensa y luminosa, finalizando el movimiento IV. Presto agitato con un virtuosismo extraordinario. A continuación, interpretaron junto con la guitarra de Pablo Sáinz-Villegas el estreno mundial de la obra de Francisco Coll, encargo del festival, «...d'un aire» inspirada en la famosa canción sefardita «Yo me enamorí d'un ayre, d'un ayre de mujer». La obra, de gran belleza, recrea con un lenguaje totalmente actual la esencia y la melodía de esta canción tan mediterránea, con una riqueza dinámica y una variedad de atmósferas modélicas, que fue recibida por el público asistente con gran calor. El programa se completó con una lectura impresionante del atormentado Cuarteto nº 6 Op. 80 de Félix Mendelssohn, un auténtico testamento musical, poco antes de su muerte. La violinista Vera Martínez Mehner, de raíces cerveranas, los hermanos Abel Tomás, violín, y Arnau Tomás, chelo, y la joven viola Cristina Cordero, recibieron un torrente de aplausos, así como nuestro guitarrista, por la excepcional calidad de su interpretación. ¡Nivelazo a recordar!
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