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'Harry Potter y la pieza filosofal'.
El quidditch, el deporte que descubrió Harry Potter

El quidditch, el deporte que descubrió Harry Potter

Dos décadas después del aterrizaje en España del joven mago, seguidores y no aficionados practican el juego de las pelotas y las escobas voladoras, aunque sin poderes mágicos

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Sábado, 1 de diciembre 2018, 18:04

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Hace 20 años que Harry Potter aterrizó en las librerías españolas. La primera obra ejerció de tímida avanzadilla de un universo que seduciría a toda una generación y pasaría a formar parte de la cultura popular. Hoy, la autora J. K. Rowling expande sus historias en el mundo del mago sin el mago, mientras que los fanáticos pueden ampliar su experiencia acudiendo a los estudios de Londres para revivir sus películas o visitar mundo reconstruido en Osaka, Hollywood y Orlando.

Sin embargo, de todas las aportaciones de Rowling con su pluma más allá de las páginas hay un aspecto imaginado por la escritora británica que se adivinaba menor y que ha logrado traspasar la frontera de la imaginación: el quidditch. «Obviamente hay mucha gente que llega al deporte igual que hice yo, porque si te gusta mucho Harry Potter y ves que han adaptado el deporte dices: '¡Oh, Dios mío! ¿Cómo no voy a probar eso?'», explica Naira Rodríguez, jugadora del Madrid Lynx y representante del equipo español de quidditch en el Mundial de 2018.

Las diferencias entre el quidditch que ideó Rowling y el de la vida real están determinadas por la propia naturaleza de la realidad sin poderes mágicos. Las escobas voladoras son sustituidas por palos que respetan la gravedad de la Tierra y los aros que sirven como metas de anotación están cerca del suelo. Tampoco se visten capas sino que se adaptan uniformes deportivos para evitar los tropiezos. Tampoco es necesario prohibir conjuros ni hechizos. La competición es mixta y se requiere un mínimo de jugadores de cada género en el campo. Con todo, las desventajas respecto al mundo mágico no reducen la emoción de los partidos. «Es una mezcla de rugby, balonmano y baloncesto que con el palo entre las piernas supone un 'handicap' y lo hace más interesante», resume Rodríguez, buscadora-cazadora en el campo de quidditch.

Las reglas son más complejas de lo habitual porque hay varias pelotas y diversas maneras de ganar el partido. «Tienes que estar pendiente de muchas cosas. La primera vez que jugué era un caos, mi equipo corría para un lado y yo para el otro porque no me enteraba de nada», reconoce la jugadora. La propia J. K. Rowling ha tenido que justificar el sistema de puntuación. «Tiene todo el sentido. Tiene su encanto perseguir un golpe de suerte pero el trabajo en equipo y la perseverancia terminan ganando. Todo el mundo es vulnerable a los golpes del destino y a las personas que nos bloqueran y el éxito significa elevarse por encima de ellos. El quidditch es la condición humana», tuiteó la escritora a un crítico como rimbombante explicación de la filosofía del juego.

El deporte entre los seres humanos no mágicos brotó de los páginas en Estados Unidos y en Norteamérica se han multiplicado los equipos, aunque no hay campos específicos para el quidditch. Al último Mundial acudieron 29 países, todos ellos aficionados al deporte pero no necesariamente a Herry Potter. «No podemos obviar la relación entre libro y deporte porque es una adaptación pero está bastante separado. Pero hay que gente que como mucho se habrá visto una película», ilustra la madrileña sobre la comunidad mundial que se ha formado en torno al quidditch.

Paradójicamente, el origen del ejercicio supone a veces un prejuicio contra quienes quieren disfrutar del quidditch. «Tenemos el estigma Harry Potter porque al venir de donde venimos dicen que somos cuatro friquis corriendo un poquito con un palo. Frikis somos todos, pero si te animas a probarlo ves que es un deporte de verdad. Es muy exigente y supercansado», defiende Rodríguez. Pero insiste en que aceptan a cualquiera que quiera unirse a ellos y aceptan de buen grado a los 'muggles', el nombre que se da a aquellos que desconocen el mundo de J. K. Rowling. Ellos también pueden descubrir el deporte (mágico o real) de Harry Potter.

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