Vivo en la carretera
La Filmoteca Rafael Azcona y su ciclo 'Clint Eastwood, la última leyenda' alcanzan su sesión estelar, sinceramente, de notable grandeza, con la proyección de la ... película 'El aventurero de medianoche' (1982), de Clint Eastwood, que se podrá ver a partir de las 19.30 en la sala Gonzalo de Berceo. Un título que se estrelló en la taquilla de medio mundo, que no dañó para nada la imagen de su autor y que en opinión de quien esto escribe se trata de uno de sus mejores trabajos. Una epopeya íntima, de tintes biográficos, apesadumbrada y resuelta como una elegía lírica acerca del mundo de la música country y de hombres que abrazaron su estilo para contar su desgarro personal.
En los años ochenta el actor de 'Fuga de Alcatraz' (1979), gozaba de gran prestigio y sus incondicionales disfrutaban con sus destellos de bravuconería fulminante. Sin embargo, por todos es sabido, que la estrella tenía serias inquietudes artísticas que convergían en proyectos de raíz muy propia contraviniendo los estándares que se había fabricado. Una de sus notas al margen, desafiando la leyes del mercado, es 'Honkytonk Man', algo así como «el tipo de los antros», que aquí se tituló con el despistado título de El aventurero de medianoche.
La película narra en clave de road movie el último trayecto de un tipo, Red Stovall (Clint Eastwood), alcohólico y fracasado, que emprende un viaje junto a su sobrino (Kyle Eastwood, hijo del actor) para llegar a Nashville y participar en una audición en el famoso local Grand Ole Opry.
El ciclo dedicado a Clint Eastwood alcanza uno de los momentos estelares de su filmografía
Dos generaciones se ponen en ruta. Para Stovall es la última oportunidad de conquistar un sueño tras una vida frustrante y decadente. Para el sobrino, que huye de un futuro sin esperanza, se convierte en una experiencia iniciática y reveladora. Por lo tanto, dos figuras contrapuestas. La del perdedor enfermo que añora las viejas tradiciones del Oeste y la del joven que abandona el hogar para buscar su sitio en el mundo.
Un desplazamiento catártico, repleto de etapas en garitos cutres y desalentadores donde Stovall actúa con su voz rasposa envuelto en una estética y aspecto visual tenebrista gracias a luz agónica del director de fotografía Bruce Surtess, cuya faena bañada en oscuridad es un elemento esencial que hace de la película un canto a los días contados.
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