No es bueno que el hombre esté solo

'Langosta', en su traducción al castellano, habla de un universo cercano a la ciencia ficción. En la línea de la magnífica pero olvidada cinta setentera 'La fuga de Logan' (1976) de Michael Anderson, en la que una sociedad tirana imponía por ley a su ciudadanía la muerte al cumplir los 30 años. Lanthimos, en su desafiante parábola social, le da un giro más a la tuerca y establece otro parámetro tan turbio como el de Anderson. Los solteros son detenidos y trasladados a una instalación donde tienen un plazo de 45 días para encontrar pareja o se convertirán en el bicho que han elegido como castigo a su desidia e inconformismo.

Una fábula aterradora, insertada en una terrible distopía, se convierte, en manos del proceso de brujería manejado por el autor de 'Canino', en un artilugio especulativo y futurista estremecedor. Una despiadada sátira pesimista, modulada en varios bloques, dramáticamente convincente, que habla de la soledad, la incomunicación y la barbarie de un sistema siniestro que te obliga a cumplir sus reglas para no alterar su orden establecido.

De este modo, un tipo solitario, David (Colin Farrell), es llevado a un hotel en medio de la campiña regido por la encantadora gestora (Olivia Colman), donde se le impondrán medidas coercitivas. Si no encuentra pareja se convertirá en una langosta. El joven intima con una chica miope (Rachel Weisz) y comienza un coqueteo que Lanthimos logra que sea conmovedor, incluso bello, poético. Momentos bucólicos de correoso enfoque romántico.

Película incómoda, desconcertante, absurda y originalmente surrealista, que resulta, como gran parte de la filmografía de su autor, extraña y de ironía desopilante, pero acometida de una manera persuasiva.