'La Gioconda' del Prado... «¿o es la del Louvre?»
Arte ·
La copia de la 'Mona Lisa' de Da Vinci es uno de los cuadros más visitados del museo. «Hay gente que llega directamente al mostrador preguntando dónde estừMe han llegado a preguntar si esta es la verdadera 'Mona Lisa' y si es que ya no estaba en el Louvre», desliza por lo bajini uno de los vigilantes de la sala 52B, en cuya pared central cuelga una copia de 'La Gioconda', uno de los cuadros más visitados del Museo del Prado «pese a no ser el original», como reconoce Fernando Pérez Suescun, jefe de contenidos didácticos de la pinacoteca nacional.
La copia más famosa del Prado no es una más de las cientos de versiones que existen sobre el célebre retrato pintado por Da Vinci entre 1503 y 1519 y que se exhibe en el Louvre, el museo que ha acaparado las miradas de todo mundo tras el robo de película de sus joyas más emblemáticas. Es, seguramente, la réplica más valiosa e importante, puesto que fue realizada por un discípulo de Leonardo al mismo tiempo que él pintaba el cuadro original y en el mismo taller del maestro.
Podemos imaginar a Lisa Gherardini, la esposa de Francesco del Giocondo, sentada con su enigmática sonrisa ante el gran Da Vinci en su taller, mientras detrás del genio florentino, uno de sus alumnos copiaba en la tabla lo que Leonardo plasmaba en su obra más célebre. Incluso cuando éste hacía algún retoque, el discípulo reproducía los trazos de su mentor. Por eso, como esgrime Suescun, se trata de la réplica de la Gioconda más temprana conocida hasta el momento, así como «de las más precisas», y también «uno de los testimonios más significativos del proceso creativo de Leonardo».
Lo cierto es que junto a las grandes obras de Velázquez, Goya, Rubens y El Greco, y por supuesto del 'Jardín de las Delicias' de El Bosco, la 'Mona Lisa' del Prado, sin ser mucho menos tan conocida, es una de las pinturas más visitadas del museo. «Hay quien entra en el Prado y va directamente al mostrador de información para preguntar dónde está 'La Gioconda'», apunta Suescun.
Entre los visitantes hay quien piensa que se trata de la obra original, producto de alguna cesión temporal del museo parisino, y hasta quien disfruta más contemplando la reproducción con tranquilidad y a medio metro de distancia, sin colas y sin tener que asomar la cabeza entre un engorroso bosque de móviles, como ocurre con la verdadera del Louvre.
El descubrimiento
Hasta hace unos años, la copia era considerada como una más de las cientos de versiones existentes del célebre cuadro homónimo de Leonardo da Vinci, del que se diferenciaba, ante todo, por un fondo completamente negro, la menor calidad del dibujo y la ausencia del característico sfumato leonardesco. Pero en 2012, el Museo del Prado anunció que, tras un proceso de restauración, habían descubierto que su relevancia era mucho mayor.
El hallazgo tuvo su origen en una petición que el Louvre hizo al Prado para exhibir la copia en el museo parisino en el marco de una exposición en torno a la 'Santa Ana', de Da Vinci, en abril de 2012. Ante la solicitud del préstamo y antes de ser embalada para su traslado a Francia, el sucedáneo pasó por los 'talleres' del Prado, donde gracias a técnicas como las reflectografías infrarrojas, se descubrió que bajo el fondo negro, añadido posteriormente, aparecía 'escondido' el mismo paisaje toscano que el de la 'Mona Lisa' del Louvre. «No sabemos en qué momento se hizo el repinte, pero fue al menos doscientos años después de la copia, y siguiendo los gustos estéticos del momento, de que la figura, sobre un fondo negro, iba a destacar más», explica Suescun.
En el proceso también se pudo observar que las rectificaciones de la copia eran prácticamente exactas a las que hizo Da Vinci, lo que llevó a pensar a los expertos que el discípulo presenció 'in situ' el proceso de creación de la obra original e introdujo los mismos cambios que su maestro. Aunque no está claro quién fue el aprendiz aventajado, la autoría de la copia se divide entre dos de los alumnos más próximos al pintor: Andrea Salai y Francesco Melzi.
«No especialmente dotado»
«El cuadro en sí mismo quizá está un poco sobrevalorado, pero ilustra muy bien el proceso de creación de Leonardo y también del momento en que se hizo y de cómo se hizo; lo importante de esa obra es poder compararla con la original«, describe el divulgador del Prado.
Suescun destaca que la copia mantiene los «arrepentimientos» de la original. «Tienes a la Gioconda sentada, y a Leonardo retratándola. Y detrás de Leonardo está su ayudante, que no está mirando a la modelo de carne y hueso, sino que mira al cuadro que hace su maestro y cuando el maestro retoca su cuadro, el discípulo copia esos cambios. Por eso es tan interesante, porque muestra todo ese proceso creativo«, detalla.
Y a pesar de que la réplica «no es de un artista especialmente dotado», es uno de los cuadros más visitados del museo. La curiosa pieza, de hecho, ocupa un lugar principal en la sala 52B, como eje articulador de un espacio dedicado a la influencia de Leonardo en la pintura europea de su tiempo. Es también de la más solicitadas por los copistas del Prado, un colectivo de artistas con autorización para reproducir 'in situ' los tesoros de la mejor pinacoteca de España, y con los que nos podemos encontrar en cualquier visita.
Con unas dimensiones muy parecidas a la obra de Leonardo Da Vinci (76x57cm la del Prado y 77x53cm la original), hay tres elementos que siempre han diferenciado a las 'gemelas': la diferente factura; las cejas, porque la Mona Lisa del Prado tiene cejas y la de Leonardo da Vinci, no; la sutileza del sfumato; y el paisaje de fondo. Pero al estar en mejor estado de conservación que la original, la 'Gioconda española' desprende una luminosidad en el rostro, nada que ver con el magnetismo de la Lisa Gherardini original y su icónica sonrisa, más 'apagada' por el oscurecimiento de los barnices.
Aunque se ignora cómo la copia del cuadro más famoso del mundo llegó del taller de Leonardo en Florencia a territorio español, la obra del Prado aparece por primera vez citada en 1666 en el inventario del Alcázar de Madrid (el antiguo palacio real hasta que un incendio lo destruyó en 1734), y veinte años más tarde, en 1686, se especifica que estaba colgado en la llamada Galería del Mediodía, uno de los principales corredores del viejo Alcázar, que estaba decorada con una serie de retratos de las colecciones reales.
La copia consta en el catálogo del Prado desde al menos 1834, donde casi dos siglos después sigue fascinando a visitantes de todo el mundo. En todo este tiempo solo ha salido de España en dos ocasiones, al Louvre en el citado año 2012, y más recientemente en 2024 cedida para una gran exposición de Tesoros del Prado en Shanghái, la ciudad más poblada de China. Hoy la mirada 'copiada' de la 'Mona Lisa' sigue impregnando de misterio la sala 52B del Prado sin dejar de sorprender a quienes la contemplan.