La restauración de un óleo de San Millán saca a la luz una obra de García de Riaño
Esta joya pictórica del siglo XVII, oculta bajo el mismo cuadro 'repintado' por Mariano Alias en 1908 y que se ha revelado gracias a un proyecto de UNIR, se expone hasta el 3 de junio en el IRJ junto a seis libros también recién restaurados y procedentes del Monasterio emilianense
'Composturas' da título a la exposición que acaba de inaugurarse en la sede del Instituto Riojano de la Juventud (IRJ) y que reúne seis libros y un lienzo procedentes del Monasterio de San Millán de la Cogolla, un valioso patrimonio recién restaurado gracias al proyecto del Vicerrectorado de Transferencias de UNIR.
En cuanto al lienzo, se trata de 'Jesús en casa de Simón el fariseo', pintado en torno a 1620 por Juan García de Riaño y a cuyo valor artístico se suma el hallazgo de su autoría, oculta durante más de cien años bajo la firma de Mariano Alias, quien intervino en el cuadro en 1908 con motivo de la celebración del Capítulo General de la Orden de Agustinos Recoletos y la visita del nuncio de Pío X, Antonio Vico.
El trabajo llevado a cabo durante los últimos meses por la restauradora Nuria Esteso Cano ha sacado a la luz un cuadro muy diferente -y de mucha mayor calidad- al que estaba acostumbrada a ver la comunidad de Agustinos Recoletos en las horas de la comida, dado que el lienzo colgaba en la cabecera del refectorio del Monasterio de Yuso, a donde regresará en julio.
Su restauración y estudio han constatado que se trata de la obra de Juan García de Riaño (Rueda de Pisuerga/Palencia, 1571-Santo Domingo de la Calzada, 1630), «el mejor pintor que había en ese momento en La Rioja', según palabras de Enrique Martínez Glera, doctor en Historia del Arte y quien ha liderado el proyecto junto al doctor en Historia e investigador de UNIR Diego Iturriaga. Ambos han participado este miércoles en la presentación de 'Composturas' junto a la directora de Proyectos de Patrimonio Cultural de UNIR, Ana Zabía; el prior del Monasterio de San Millán, José Ramón Pérez Sáenz, y el director general de Cultura , Roberto Iturriaga.
Como se puede comprobar en la exposición (instalada hasta el 3 de junio en el IRJ), el cuadro original de García de Riaño poco tiene que ver con el que sobre él repintó el vitoriano Mariano Alias, quien aplicó una capa de masilla sobre toda su superficie para luego imitar sobre ella la escena del lienzo primigenio. Ni el estilo ni el colorido ni la luminosidad son los mismos, como tampoco muchos de los motivos de la obra tras modificar Alias los fondos, cambiar de posición la mesa o añadir alimentos sobre la misma. Sobre esta capa de masilla e incluso sobre la policromía original ha intervenido la restauradora Nuria Esteso, quien se ha visto sorprendida por mínimos detalles como las pestañas de los protagonistas e incluso la lágrima que se desliza sobre el rostro de María Magdalena.
Seis joyas bibliográficas
Junto al lienzo se exponen seis joyas bibliográficas del Monasterio de Yuso restauradas por la especialista Ana Jessen, y seleccionadas por ella misma y por el prior conforme a criterios de conservación y a la importancia y variedad de su temática. En concreto se ha actuado en dos libros de medicina, uno de matemáticas, uno de historia de los reinos de España, un atlas y un ejemplar de teatro monárquico. Destaca un compendio nunca impreso hasta la época con toda la colección y sabiduría de medicina hasta el momento (1342-1347); el libro considerado como el comienzo de la medicina clínica moderna, 'Consvultationes medicae' de Giovanni Battista (1560); y el Atlas Minor Gerardi Mercatoris (1628), escrito por el reconocido Mercator y figura fundamental en la historia de la geografía y la cartografía.
«Los libros de astronomía y matemáticas son maravillosos, con dibujos de una gran belleza», comenta Jessen, cuyo principal cometido como restauradora ha consistido en dar consistencia a estos ejemplares; «en desmontarlos para quitar todas las colas viejas que estaban destrozando el libro, en hacer injertos y en crear nuevas encuadernaciones, ya que muchas estaban podridas o se habían perdido», nos explica. Además de su restauración, UNIR también ha impulsado la digitalización total de estos seis ejemplares.