«Este espinosáurido de Igea es una joya y tiene un potencial a nivel mundial»

– ¿Qué ha supuesto para usted participar en esta campaña?

– Al principio de mi carrera, hace treinta y tantos años, uno de mis primeros trabajos fue reconstruir el ambiente de La Rioja en el Cretácico Inferior, cuando todavía ni se soñaba con lo que se está encontrando ahora. Venir aquí ha sido como revisitar la juventud y estoy encantado. Estar en un equipo como este cuando ocurren cosas transcendentales como la recogida de fósiles de valor incalculable, pone los pelos de punta.

– ¿Cómo ha notado los cambios en la paleontología?

– Cuando empecé mi carrera de paleoartista España era un país de fósiles del Terciario. Lo potente eran los yacimientos de la edad de los mamíferos, el Mioceno. Los dinosaurios suponían un sueño, pero han despegado y La Rioja en concreto, simplemente con este espinosáurido de Igea, que es una joya, va a ser una bomba y tiene un potencial a nivel mundial.

– ¿Conocía este descubrimiento del espinosáurido de Igea?

– El material que se presentó en Logroño en marzo lo tenía visto en los medios, pero al venir aquí he tenido el privilegio de ver piezas nuevas y saliendo en el yacimiento. Es excepcional.

– ¿Qué le ha sorprendido?

– La preservación tridimensional de los huesos y, algo muy importante para alguien que trabaja en la reconstrucción, tener los huesos largos enteros, porque permite calcular las proporciones relativas de los miembros, reconstruir la apariencia de un animal sin tener que inventar a partir de un fragmento proximal y comparándolo. Dentro de este grupo no existen los fósiles que establecen los canones en base a los cuales reconstruyes otros individuos relacionados que aparecen en otros yacimientos más fragmentados. El material de Igea se va a convertir en uno de esos referentes y cuando se encuentren otros dinosaurios relacionados habrá que compararlos con este.

– También ha visitado el Centro de Interpretación Paleontológica. ¿Qué le ha parecido?

– Es muy importante que existan centros que permitan una labor educativa y divulgativa en la localidad. Acusa un poco la edad, porque la paleontología resulta despiadada, es una ciencia que cambia, por suerte también.

– ¿En qué se centra su trabajo?

– Soy un especialista en vertebrados y dentro de estos he trabajado mucho más en mamíferos qué en otros grupos y, por supuesto, en evolución humana

– ¿De qué referencias se sirve?

– Lo que nos da el registro son huesos fosilizados. En algunos yacimientos excepcionales tenemos trazas del tejido blando, el contorno... pero lo normal es trabajar con huesos. Por eso, para el tejido blando las referencias son los animales actuales. Mediante la disección podemos conocer qué músculos insertan, en que huesos y compararlo con su pariente extinguido. Es un ejercicio de anatomía comparada.

– ¿Cómo describe el paleoarte?

– Como una unión de ciencia y arte. Se puede parecer un poco a la anatomía forense, como esos retratos que se hacen de un fallecido a partir del cráneo. Esta labor requiere juntar dos campos dispares y queda fuera de los canales habituales. Tienes que ser paleontólogo y dibujante. Eso es muy minoritario. Por otro lado, al público le llega el resultado final, las imágenes, y siempre hay un déficit de explicar cómo se ha llegado ahí. Me parece muy interesante contar las tripas de este trabajo, exponer el proceso y eso intento con la exposición itinerante que ahora tengo en Bergara y que ha estado en Bilbao, Alcalá de Henares, Zaragoza y luego irá al Museo de Ciencias Naturales de Madrid. Que solo se vea el resultado final provoca el problema de distinguir las imágenes con rigor científico de las que aportan más confusión.

– ¿Qué medios utiliza para elaborar sus obras?

– En mi caso el lápiz sigue siendo imprescindible y así hago los bocetos iniciales. Al pasar a terminar la obra utilizo el entorno digital, que permite modificar y resulta más flexible.