El cambio climático y su efecto en la piel
El medio ambiente tiene relación con un importante número de procesos dermatológicos malignos | El aumento de la temperatura y de la radiación solar y la disminución de la humedad influirán de forma negativa en la salud de la piel
Se acaba de celebrar en Madrid la Cumbre Mundial sobre el Cambio Climático y todos debemos concienciarnos cada vez más en hacer lo que ... podamos con este gran problema que afecta a toda la humanidad.
Los dermatólogos estamos obligados a recordar, en la parcela que nos corresponde, los peligros reales que entraña esa amenaza. Debemos subrayar que el cambio climático producirá un aumento de la temperatura, una disminución de la humedad y, muy probablemente, un aumento de radiación solar que influirán, seria y negativamente, en la salud de la piel. Entre otras consecuencias, hay que destacar la génesis de un caldo de cultivo propicio para la aparición de dermatosis, fotoenvejecimiento y procesos alérgicos.
Se estima que alrededor de un 50% de la población de los países industrializados desarrollará algún proceso dermatológico maligno y que en el 70% de los casos estas patologías podrían tener un origen relacionado con el medio ambiente. La estrategia preventiva debe centrarse en el mantenimiento de un nivel de humedad adecuado en los domicilios y centros de trabajo, así como evitar los ambientes cargados y pulvígenos, hidratando convenientemente las zonas ásperas.
Hay que mantener un nivel de humedad adecuado en casas y centros de trabajo y evitar ambientes pulvígenos
La piel sufre con impactos de gran alcance como la radiación solar, la contaminación, la temperatura, el tabaquismo, el estrés, etc. La piel irá reflejando todos estos impactos, y recuerde: le pasará la correspondiente factura.
La radiación solar, la contaminación, la temperatura, el tabaquismo, el estrés... impactos de gran impacto con los que la piel sufre
Los bruscos cambios de temperatura que estamos padeciendo obligan a proporcionar una atención especial a nuestra piel. No estamos acostumbrados a unas amplitudes térmicas en plazos de tiempo tan reducidos, aunque en España existan zonas donde los inviernos suelen ser particularmente crudos y otras donde los veranos alcanzan temperaturas muy altas. A estos excesos climáticos estacionales estamos acostumbrados, porque forman parte de la personalidad climática de regiones que han establecido, desde hace mucho tiempo, las correspondientes barreras protectoras. Pero abrigarse y desabrigarse dentro de la misma semana, a causa de una ola de calor seguida por otra de aire fresco (que parece mucho más frío por la temperatura inmediatamente anterior), es un fenómeno bastante nuevo.
Estas alteraciones térmicas obligan, sobre todo, a proteger la piel de los colectivos más vulnerables, como son los niños de corta edad y las personas mayores. En ambos casos es necesario asegurar el equilibrio en la piel, a través de una hidratación adecuada a las características de cada persona. Hay que tener en cuenta que estos cambios bruscos de temperatura pueden resultar muy peligrosos en algunos casos, por lo que la prevención y el tratamiento adecuados deben ser confiados a un especialista, en este caso el dermatólogo, si se quiere actuar con garantías y mantener efectivamente estable la temperatura del cuerpo, frente a las agresiones extremas del exterior. También resulta muy importante evitar las complicaciones sanitarias que pueden ser incentivadas por estas inusuales amplitudes térmicas. Se deben proteger especialmente las zonas de piel más expuestas, como el rostro y las manos, y evitar la exposición en las horas en las que la agresión térmica es más virulenta. Una particular vigilancia merece la dermatitis atópica, patología especialmente frecuente en niños de corta edad. Y, por supuesto, se debe evitar el recurso a la automedicación, a los productos milagro o al consejo del amigo para tratar cualquier alteración en la piel provocada o incentivada por estos cambios bruscos de temperatura.
Si los políticos no se ponen de acuerdo, al menos nosotros debemos hacerlo en beneficio de nuestra piel
Realizaremos una fotoprotección adecuada y una correcta hidratación, bebiendo agua y zumos de frutas naturales en mayor cantidad y aplicando diariamente la crema hidratante específica para la cara y el cuerpo.
Si los políticos no se ponen de acuerdo, al menos nosotros debemos hacerlo en beneficio de nuestra piel. Nos esperan años interesantes, en los que obligatoriamente desarrollaremos nuevas estrategias terapéuticas y de prevención.
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