Manzanares se lleva el triunfo
CALAHORRA ·
Morante atrajo a La Planilla a centenares de aficionados pero no logró llegar al corazón pese a cortar una oreja; Manzanares se hace con tres y Cayetano con otraEl efecto Morante resultó efectivo y La Planilla registró una gran entrada que cubrió más de tres cuartos de cemento. Histórica. Fue él. Solo. Hasta ... su anuncio apenas se había hablado de toros por las calles de Calahorra y alrededores, y su nombre cayó como una revolución. Un torbellino generó y hasta el coso peregrinaron fieles y curiosos. Morante hoy es dueño de él y manda. Atrae. Ilusiona. Una pena que esta vez no fue la suya. No pudo sacar ese toreo que atrapa a la verónica y que le hace grande en su primero. Tuvo suficiente con sujetar al de El Pilar para que no doblase, porque se movía como un marmolillo endeble. Al paso y a cámara lenta, como si la cosa no fuera con él ni con nosotros, que ahí estábamos. Aunque metía la cara, bien, se quedaba tan parado a mitad del viaje que desconectaba. Morante sí que disfrutó, sonreía, como si estuviese aislado en su propio planeta. Habilidoso estuvo con la espada.
Qué rabia que en su segundo tampoco fue. El toreo. Lástima porque registros tiene para interpretar todas las tauromaquia, pero cuando falla lo esencial... El toro cae y se desploma. Tras cada capotazo se paraba el toro y reponía; se cruzaba también y quemaba. Cada muletazo fue después como un capitulo de la faena. Pasaba el animal; se tomaba su tiempo y cuando le veía Morante listo, le enseñaba los vuelos para que tomase de nuevo los engaños. Le ayudaba a pasar y todo lo hizo a su favor. Sin emoción lo llevó, algún chipotazos sí que se coló de bella factura pero pronto desaparecía entre la marabunta. Nunca se empleó el astado y eso que José Antonio le buscó los terrenos y las vueltas. Por ayudados por alto cerró y se enfiló a matar pero pinchó. Esta vez Morante revolucionó la taquilla pero no el corazón.
En cuanto le bajó la mano Manzanares a su primero con la muleta se desplomó entre las dos rayas, y ahí se descubrió. Apenas tenía fuerza para mantenerse en pie. Ya lo veníamos presintiendo desde los primeros tercios, en los que comenzó a blandear, pero ya en las distancias cortas acusó más esa falta de poder. Le cogió pronto el aire el alicantino para dar forma a una faena que siempre tuvo la tónica de la media altura y la suavidad. Una buena tanda por el derecho nos metió de nuevo porque el toro tenía codicia y colocaba bien la cara; y, si no le exigía, ni por abajo ni ciñéndoselo a la figura para no obligarlo a doblarse, se mantenía y lo pudo llevar muy cosido a los engaños. Ese fue su mejor pitón y por ahí lo buscó siempre, con un toreo rectilíneo. Lo mimó una barbaridad, y en esa relajación le puso en apuros un par de veces. Con el capote pudo saludarlo bonito a la verónica con un ramillete de media docena y una media que gustó. El viento se cruzó bastante y con una estocada contraria rubricó la faena.
La corrida
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Plaza: Plaza de toros de Calahorra
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Toros: Se lidiaron toros de El Pilar, descastados, faltos de poder y sin transmisión. Más de tres cuartos de entrada. El 1º, sin transmisión; el 2º, blando pero con codicia; el 3º, sin fondo ni calidad; el 4º, sin entrega; el 5º, con movilidad y a más en la embestida; y el 6º, deslucido.
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Morante de la Puebla: Gris perla y azabache. Estocada (silencio); pinchazo, estocada (oreja).
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José María Manzanares: De azul marino y oro. Estocada contraria y delantera (oreja); estocada baja (dos orejas)
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Cayetano: De azul pavo y oro. Cuatro pinchazos, estocada (leves palmas); estocada, descabello (oreja).
Hubo revolución en banderillas con el quinto, que antes no quiso saber nada de Josemari con el capote. Ni uno. Se quedaba tan corto que en alguna de las pasadas se quedó fijo mirando las telas. Desarrolló genio y puso en apuros a los hombres de Manzanares. Dos orejas cortó tras una faena en la que apenas se comprometió aunque sí que se justificó. Llevó al toro por ambos pitones muy aliviadito, por esas periferias en las que el toreo se convierte en mecánico y pierde lo que de verdad llega al alma. La espada entró y cortó las dos orejas.
Empujó en varas el tercero y ahí se vació. Cuando perseguía los engaños los tomaba sin clase ni entrega. Le costó a Cayetano cogerle el aire, aunque si lo hubiese hecho tampoco la cosa hubiese fluido mucho porque el animal se desplazaba sin emoción. Insistió por el izquierdo mientras buscaba la complicidad con las peñas que sí que le jalearon algunos pasajes desde el saludo capotero. Con los aceros tampoco se encontró. Cerró la tarde con un toro que no sirvió. Se justificó y por el esfuerzo le premiaron con una oreja. A pie se marchó junto a Morante, y a hombros Manzanares por la puerta grande.
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