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Una calle de cine, de la calle Laurel a Hollywood

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PPLL

Jueves, 22 de octubre 2015, 23:52

Los Campos Elíseos, Corrientes, Veneto o Alcalá son calles muy renombradas, pertenecientes a grandes ciudades del mundo. La calle más famosa de La Rioja se llama Laurel, como la hoja del árbol. « ¿Por dónde se va a la calle del Laurel?», «¿Está cerca la calle del Laurel?», preguntan frecuentemente los forasteros que llegan por primera vez a Logroño, la capital de La Rioja.

La calle del Laurel está situada en la parte antigua de Logroño, es pequeña y estrecha, las casas son bajitas y sencillas. El atractivo está en los bares y restaurantes, uno a continuación de otro, cada edificio alberga una taberna que invita a realizar un alto en el camino; podría decirse que no hay camino con más «abrevaderos» juntos que éste. Aquí se sirven bebidas y comidas típicas de la región, el famoso vino de Rioja acompañado de pinchos o raciones elaboradas con productos del campo y de la huerta riojana. Las tapas tradicionales se mezclan con la cocina de autor. Junto a champiñones a la plancha, orejas rebozadas, embuchados de cordero, pinchos morunos, patatas bravas, queso de cabra o pimientos rellenos, se ofrecen otras especialidades, cada bar tiene las suyas made in Laurel: Cojonudos, Zorropitos, Wonderbrás, Gargonitos, Zapatillas. Además están los matrimonios de productos riojanos y marinos como el bacalao, las gambas, los mejillones, las anchoas o el atún. Para hacer la ruta del Laurel parando en todos y cada uno de los bares serían necesarias varias semanas, sin contar los establecimientos aledaños, que son muchos, y la cercana calle San Juan, que es una prolongación temática de la Laurel.

Un domingo visitamos la Laurel con unos amigos recién llegados de Madrid. La calle estaba repleta de gente bebiendo y degustando pinchos, porque otra de las peculiaridades de este lugar es que las consumiciones también pueden hacerse en el exterior de los bares, charlando al aire libre, junto a algún tonel que hace las veces de barra. El colorido campestre y el urbano se mezclan, las nubes de olores a fogón vienen y van entre el murmullo de las conversaciones. De vez en cuando, se impone el vocerío de algún camarero: « ¡Marchando cuatro champis!». «¡A ver, tres crianzas y un mosto por aquí!». « ¡Ahí va otra ronda!».

Está claro que la Laurel no es una vía de paso, hay calles que son para vivirlas y ésta es una de ellas. Aquí se concentra la idea del chiquiteo, ese viaje corto, paso a paso, acompañado de los amigos o de la familia, donde uno parlamenta a la vez que se alimenta. En este recorrido, cientos de conversaciones arreglan el mundo cada día, el vino anima al verbo hasta alcanzar perspectivas insólitas. A uno de nuestros amigos madrileños se le ocurrió comparar la calle del Laurel con la Calle de la Fama, la avenida de Hollywood cuyo pavimento está compuesto por baldosas en forma de estrellas, cada una con el nombre de una personalidad del show business. Este paralelismo entre dos arterias tan radicalmente diferentes puede parecer inaudito, como si a nuestro amigo el vino le hubiera desatado excesivamente la imaginación.

Pero no, él siempre recomienda y practica la bebida con moderación. A pesar de no haber ninguna estrella en el suelo de la Laurel, sostenía que la calle logroñesa estaba hermanada con el Paseo de la Fama de Hollywood porque ambas vías tienen la misma finalidad, la de mostrar los productos más representativos de cada uno de los lugares: en Hollywood, el cine y la televisión y en La Rioja, el vino y los alimentos de calidad. Resaltó que en el Paseo de la Fama, en la acera a lo largo de Hollywood Boulevard y Vine Street, hay más de dos mil estrellas con nombres de actores, directores y músicos, todos propuestos por la Cámara de Comercio de Hollywood debido a su contribución a la industria del entretenimiento, uno de los principales productos de exportación estadounidense.

Visto así parece más convincente y quién sabe si en el futuro la calle del Laurel tal vez luzca un pavimento estrellado, con relucientes nombres de vides, vinos y bodegas, en representación de los miles y miles de litros que La Rioja exporta cada año al mundo, también a Estados Unidos, que junto al Reino Unido y Alemania, son los principales consumidores en el extranjero.

Nuestro amigo siguió hablando de cine, le gustan mucho las películas y a cuatro pasos de la Laurel nos presentamos donde la calle Portales se abre a la plaza del Mercado, justo en frente de la concatedral de La Redonda. Aquí le hicimos un regalo sorpresa. Le pedimos que observara los detalles de la fachada-retablo sobre la puerta principal y luego le solicitamos que se diera la vuelta y leyera la placa colgada en la pared de los soportales, que dice así: «En estas calles del viejo Logroño Juan Antonio Bardem rodó en la primavera de 1956 la película Calle Mayor». Como cinéfilo romántico que es, se sintió emocionado y muy agradecido. Todo culminó con una foto de grupo en este lugar de estela cinematográfica.

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