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Dejar a los niños «sufrir con humor»

Dejar a los niños «sufrir con humor»

Fernando Sarrais aconseja que los pequeños tienen que aprender a aceptar el sufrimiento por un bien futuro y a evitar la actual "sobreprotección"

Ana lumbreras - EFE

Miércoles, 6 de mayo 2015, 11:14

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La conveniencia de dejar a los niños enfrentarse al sufrimiento y a que "sufran con humor" para "no educar niños cobardes, miedosos, frágiles y vulnerables" es un aspecto que ha destacado el psiquiatra de la Clínica Universitaria de Navarra Fernando Sarrais, con más de 30 años de experiencia.

Sarrais, quien pronunciará este miércoles, día 6, en el Centro Cultural de Ibercaja de Logroño, una conferencia sobre "Cómo educar a hijos en la adversidad", organizada por el colegio Alcaste-Las Fuentes, ha explicado que los padres y los educadores deben enseñar a sus hijos y alumnos a "sufrir con buen humor", a aceptar el sufrimiento por un bien futuro y a evitar la actual "sobreprotección" que existe sobre ellos.

"Sufrir con buen humor es no quejarse, no lamentarse, no enfadarse y no entristecerse en el día a día, en los tropiezos, contratiempos y situaciones habituales de la vida", ha asegurado, porque "lo más valioso es lo que cuesta más" y ello ayuda a formar "una personalidad sana y feliz" en los niños y adolescentes.

Ha abogado por enseñar a "no huir de lo que cuesta" y a inculcar los beneficios que tiene "un esfuerzo amable, alegre y optimista" en el crecimiento personal de los menores y de los adultos.

Este experto, también profesor de Psicología de la Personalidad en la Universidad de Navarra, ha insistido en que "la vida es dura y lo que vale la pena cuesta", por lo que "hay que estar dispuesto a sufrir y a aprender a sufrir, disfrutando anticipadamente de la alegría que producirá el objetivo cumplido que vale la pena y por el que se sufre".

Sarrais cree que en la sociedad actual, debido al hedonismo, se está "colando" una mentalidad negativa ante el sufrimiento y a "tirar la toalla", en la que "las personas se acostumbran a quejarse, enfadarse y entristecerse cuando se sufre, lo que produce un mayor sufrimiento".

"El sufrimiento habitual que se produce en una vida normal y cotidiana en los niños es positivo, les fortalece y les endurece", ha apostillado este psiquiatra y psicólogo, para quien el "permisivismo está creando individuos sin tolerancia a la frustración, caprichosos, egoístas, cobardes y miedicas".

También se ha referido a que, en ese ambiente hedonista de la sociedad occidental, parece que es ir contra corriente educar en la tolerancia a la frustración que acompaña a todo sufrimiento porque lo que más se valora es el placer, el bienestar, la calidad de vida y el disfrute; mientras que se rehuye del sufrimiento y se trata de evitar "a toda costa" y por cualquier medio, incluido el frecuente uso del alcohol y de las drogas.

Para él, una tarea importante de los educadores es ayudar a los niños y a los jóvenes a desarrollar el hábito de pensar sobre el significado verdadero de las vivencias afectivas, con el fin de que sepan "encontrar el sentido del sufrimiento que acompaña tantas veces al esfuerzo de lograr objetivos valiosos que les harán felices en el futuro" y sepan, así, aceptarlo y soportarlo.

De lo contrario, es probable que desarrollen "una personalidad temerosa, apocada, fóbica, adicta a conductas que producen un placer inmediato y evaden del sufrimiento", lo que supondrá "una gran dificultad para llegar a ser felices", ha señalado Sarrais, autor de varios libros sobre educación y familia.

Ha criticado a los padres y educadores que, por ejemplo, para evitar ese sufrimiento, ayudan a los niños a hacer las tareas del colegio para que no se agobien, les divierten cuando se aburren o les compran lo que desean para que no sientan envidia de sus amigos.

Cree que es una responsabilidad de los educadores ayudar a los niños a prepararse para "llevar bien el sufrimiento mediante un temprano y constante proceso de endurecimiento".

La actitud educativa sobreprotectora, ha defendido, contribuye a desarrollar jóvenes con "una personalidad sin tolerancia a la frustración, con miedo a sufrir, con tendencia a evadirse del sufrimiento que acompaña al esfuerzo mediante conductas que producen una gratificación inmediata".

"Una receta sencilla para ser feliz -ha explicado- es hacer lo que debo porque me da la gana", a lo que ha sumado "no perder la tranquilidad y la alegría por nada ni por nadie".

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