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Donald Trump y Barack Obama.
El idealismo deja paso al populismo

El idealismo deja paso al populismo

Una distancia sideral separa las palabras con que Donald Trump ha inaugurado su presidencia de aquellas otras con que Barack Obama arribó a la Casa Blanca

Óscar Bellot

Viernes, 20 de enero 2017, 19:08

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Dos discursos divergentes, con estilos diametralmente opuestos para presidencias que se dibujan antagónicas. Una distancia sideral separa las palabras pronunciadas por Barack Obama el 20 de enero de 2009 de las vertidas por su sucesor, Donald Trump, ocho años después. El mensaje de unidad y esperanza tejido con la rica oratoria del demócrata en la que latían los ecos de Abraham Lincoln, John F. Kennedy o Martin Luther King ha dejado paso a otro vacuo, carente de concreciones e imbuido en su totalidad del populismo a cuyos lomos montó el magnate para alcanzar la Casa Blanca y al que, a tenor de lo escuchado en el Mall de Washington, pretende seguir aferrado durante su mandato.

De ahora en adelante sólo será Estados Unidos primero, ha prometido Donald Trump en el discurso con el que ha tomado posesión del cargo de presidente del país de las barras y las estrellas. Era uno de sus lemas de campaña, y también la frase empleada por los aislacionistas filonazis que trataban de mantener alejado a ese país de la Segunda Guerra Mundial. Frente al multilateralismo preconizado por la Administración Obama, el republicano aboga por un repliegue que sume a los aliados tradicionales de EE UU en la zozobra.

Recordemos que generaciones anteriores se enfrentaron al fascismo y el comunismo no sólo con misiles y carros de combate, sino con alianzas sólidas y convicciones duraderas. Comprendieron que nuestro poder no puede protegernos por sí solo, ni nos da derecho a hacer lo que queramos. Al contrario, sabían que nuestro poder crece mediante su uso prudente; nuestra seguridad nace de la justicia de nuestra causa, la fuerza de nuestro ejemplo y la moderación que deriva de la humildad y la contención, proclamó hace ocho años el primer presidente negro de la historia de EE UU. No rehuyó Obama la condición de Estados Unidos de máximo garante de la libertad mundial frente a la tiranía. Por el contrario, acogió esa exigencia con agrado. A todos los demás pueblos y gobiernos que hoy nos contemplan, desde las mayores capitales hasta la pequeña aldea en la que nació mi padre, os digo: sabed que Estados Unidos es amigo de todas las naciones y todos los hombres, mujeres y niños que buscan paz y dignidad, y que estamos dispuestos a asumir de nuevo el liderazgo, subrayó. Frases situadas en las antípodas de las que ha soltado Trump. Durante muchas décadas hemos dado dinero a los ejércitos de otros países, ha manifestado el republicano este viernes. Hemos defendido las fronteras de otras naciones mientras hemos rechazado proteger las nuestras, ha proseguido. Y ha ido más lejos arguyendo que su país hacía ricos a otros mientras en su territorio cerraban las fábricas. La riqueza de nuestra clase media se ha quitado de nuestros hogares y se ha redistribuido a lo largo del mundo. Pero eso es el pasado y ahora sólo miramos hacia el futuro, ha continuado antes de espetar que de ahora en adelante sólo será Estados Unidos primero.

Ecos 'reaganianos'

El discurso de Trump es un canto al aislacionismo y el proteccionismo trufado de populismo. Hoy estamos reunidos aquí porque hemos escogido la esperanza por encima del miedo, el propósito común por encima del conflicto y la discordia. Hoy venimos a proclamar el fin de las disputas mezquinas y las falsas promesas, las recriminaciones y los dogmas gastados que durante tanto tiempo han sofocado nuestra política, aseguró Obama hace ocho años. Donde el cuadragésimo cuarto presidente de EE UU hizo un alegato de la unidad, su sucesor ha optado por confrontar a la clase política con el ciudadano de a pie, presentando a aquella como enemiga de éste y proclamándose como garante de que esa situación ha llegado a su fin. Algo así como lo que hizo Reagan tras jurar el cargo de presidente en 1981, manifestando que el gobierno no es la solución a nuestro problema. El gobierno es el problema. Estamos transfiriendo el poder de Washington D. C. y lo estamos devolviendo a vosotros, al pueblo, ha sostenido en una intervención más propia de una campaña electoral que de un discurso de toma de posesión. Durante demasiado tiempo un pequeño grupo se ha quedado las recompensas mientras el pueblo ha tenido que soportar el coste, ha defendido. El establishment se protegía a sí mismo pero no a los ciudadanos de nuestro país. Sus victorias no han sido nuestras victorias, ha incidido. Eso cambia justo aquí, justo ahora. Este momento es vuestro momento, os pertenece a vosotros, ha agregado, remarcando así lo histórico de su ascenso a la Casa Blanca. Los olvidados hombres y mujeres de nuestro país no volverán a ser olvidados, ha remachado en alusión a esos héroes de patriotismo silencioso pero profundo de que hablara Reagan en 1981. Vuestros sueños, vuestras esperanzas, vuestros objetivos serán los sueños, las esperanzas, los objetivos de esta administración, con la ayuda de Dios, dijo el presidente que antes fue actor. Vuestra voz, vuestras esperanzas y vuestros sueños definirán nuestro destino, ha defendido el 'showman' devenido en político.

Estados Unidos pasa página. La esperanza y el idealismo que aupó a Barack Obama a la presidencia deja paso al aislacionismo y el populismo con que Donald Trump ha inaugurado la suya. Resta por ver qué concreciones tendrá ese viraje de 180 grados. El mundo esperaba que Trump avanzase los ejes de su mandato este viernes. Así lo hizo Obama cuando hace ocho años adelantó que su gobierno empezaría a dejar Irak, de manera responsable, en manos de su pueblo, y a forjar una merecida paz en Afganistán, o cuando manifestó: Trabajaremos sin descanso con viejos amigos y antiguos enemigos para disminuir la amenaza nuclear y hacer retroceder el espectro del calentamiento del planeta. En el caso de Trump habrá que seguir aguardando porque el magnate sigue aferrado, por el momento, a sus lemas de campaña y a la difusa promesa de volver a hacer a América grande de nuevo.

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