Kentridge, un Leonardo multimedia
El compromiso del artista sudafricano le da el Princesa de Asturias de las Artes
MIGUEL LORENCI
Viernes, 5 de mayo 2017, 00:50
William Kentridge (Johannesburgo, 1955) es una suerte de Leonardo multimedia, un clásico vivo del siglo XXI. La variada y comprometida obra del versátil artista sudafricano, que va de la estampa y el dibujo al vídeo, con incursiones en la animación, el cine, el teatro o la música, se reconocía ayer con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2017, un galardón que no recaía en un artista plástico desde 2010, cuando fue para el escultor Richard Serra. El jurado, que ve en Kentridge a «uno del los artistas más completos e innovadores» de su tiempo», destacó el compromiso político y social de una obra «que expresa emociones y metáforas relacionadas con la historia y la realidad de su país».
Kentridge aborda «cuestiones esenciales de la condición humana», y «combina temas de investigación puramente poética y estética con los de contenido sociopolítico». El sufrimiento, la dominación, la culpa, el tiempo y la memoria son temas recurrentes de una obra multidisciplinar que se expondrá en otoño en el Museo Reina Sofía de Madrid.
Creador «meticuloso y profundo», polifacético y de formación miscelánea, también factura pinturas, grabados, collages, esculturas, videoinstalaciones y fotografías. Ha realizado además incursiones en el teatro, la ópera y la música.
El Reina Sofía expondrá en octubre su obra, poco conocida en España pero multipremiada y expuesta en grandes museos. Comisariada por Manuel Borja-Villel, director del 'Reina', y Soledad Liaño Gisbert, la primera gran retrospectiva española de Kentridge explorará su labor a partir del teatro y la ópera. En cartel hasta el 19 de marzo de 2018, la muestra se articulará en torno a seis piezas que inciden en sus constantes creativas. En la última década sus trabajos se han visto en el MoMA de Nueva York, en el vienés Albertina Museum, en el parisino Louvre o en el Museo de Bellas Artes de Budapest.
Propuesta por Benigno Pendás y Raquel García Guijarro, la candidatura de Kentridge contaba con el respaldo de la editora, galerista comisaria y marchante de arte Elena Ochoa, veterana en el jurado de estos galardones y que destacaba en la víspera cómo ha trabajado «mucho» con Kentridge. Su candidatura se impuso a la de los pintores británicos David Hockney y Bridget Riley, a la del español Jaume Plensa, a la del videoartista estadounidense Bill Viola, a la de músicos como Bruce Springsteen y la pianista argentina Martha Argerich o el diseñador de moda español Elio Berhanyer.
Nacido el 28 de abril de 1955, Kentridge pertenece a una familia de abogados curtidos en la defensa de víctimas del 'apartheid'. Su padre, Sir Sydney Kentridge, desempeñó un papel crucial en la defensa de Nelson Mandela y Stephen Biko. Esta circunstancia determinó su formación e inclinó a Kentridge por las Ciencias Políticas y los Estudios Africanos en la Universidad de Witwatersrand, donde se graduó en 1976. Cursó luego Bellas Artes en la Fundación de Arte de Johannesburgo, pero se trasladó a París en los años ochenta para estudiar teatro con el maestro Jacques Lecoq.
Fue director artístico en series de TV en Francia, antes de comenzar a crear animaciones a partir de sus propios dibujos. Desde los noventa ha combinado el dibujo con el cine y el teatro, convirtiéndose en el artista multidisciplinar y global que se expresa en todos los soportes y formatos.
Se catapultó en la Documenta X de Kassel en 1997 y en las bienales de São Paulo de 1998 y de Venecia de 1999. Sus dibujos animados o «películas dibujadas» han recorrido los centros de arte más prestigiosos del mundo. Su singular técnica de animación consiste en la filmación de dibujos que modifica una y otra vez, borrando y añadiendo trazos de inspiración expresionista y con una paleta monocroma con ligeros toques de pastel azul o rojo. Resultados espectaculares con medios básicos.
Sus estampas de las serie 'Pit', treinta monotipos o impresiones únicas de los años setenta, y de 'Domestic scenes', cincuenta grabados de pequeño formato de los ochenta, son la base de sus carboncillos y animaciones posteriores, en las que aborda temas como el dolor, el sometimiento, la culpa, el tiempo y la memoria.