El peso de la pluma
La sal de la tierraFue el fotógrafo de las injusticias que dio luz a las comunidades más marginadas del planeta. Siguiendo el adagio de que cuando la vida imita ... al arte es porque el arte ha logrado anunciar la vida, Sebastião Salgado también fue quien mostró la belleza que nos rodea a la vez que denunciaba las atrocidades de las que la especie humana es incapaz de liberarse. Porque la belleza no consiste en apartarse de la fealdad del mundo sino en transformar la monstruosidad en esperanza enseñándole a la indignidad el potencial de la resistencia humana.
Su inconformismo con este planeta tan desigual y su capacidad para denunciar la situación de los oprimidos pusieron de relieve que no hay ética sin estética porque para poder cambiar la realidad es necesario tener el coraje de mirarla detenidamente y sin prejuicios. Quiso llamarse fotoperiodista, un oficio que describía como «ir, descubrir, conocer y transmitirlo». Por eso en sus obras subyace constantemente la idea de que cuando dejamos de pensar en las tragedias que nos rodean nos hacemos cómplices de lo que ocurre.
Frente a la insolidaridad y la desidia social, Salgado retrató el sufrimiento y la resiliencia de la humanidad y contribuyó a la toma de conciencia sobre la necesidad extrema de cuidar la tierra, que no nos pertenece sino que nosotros pertenecemos a ella. Fue uno de esos artistas que ayudan a que nos entendamos mejor como seres humanos captando con su ojo fotográfico los desastres, las hambrunas, las guerras y los éxodos masivos. Recreó la tragedia de los refugiados, la ansiedad de los mineros furtivos por la quimera del oro o la desesperación de quienes vagan por el desierto en busca de agua. Pero también nos transmitió la indescriptible hermosura de la Amazonia con su desbordante naturaleza amenazada. Ella representa todo el potencial humano, una metáfora de la plenitud que nos regala la fascinación por el espacio natural y la conciencia de nuestra fragilidad sin la cual no hubiésemos sobrevivido como especie. El documental 'La sal de la tierra' rindió un inspirador homenaje al fotógrafo social para quien el mundo es un lugar terrible que puede llegar a ser un lugar mejor.
«Se dijo que yo hacía estética de la miseria. ¡Y una mierda! Fotografío mi mundo», exclamó una vez, indignado. Y con razón, porque como afirmaba otro ser comprometido, el premio Nobel José Saramago, a veces somos ciegos que ven, ciegos que viendo no quieren ver.
Solo hay algo peor que la injusticia de la miseria: la miseria de la injusticia. Contra ambas Sebastião Salgado gritó con sus fotos en blanco y negro, tal vez con el deseo de que empecemos a pintar esas terribles imágenes desde el sonrojo de nuestra pasividad complaciente. Por eso conviene no olvidar a quienes, como él, son capaces de obtener el aliento de la belleza a través de una invisible grieta del muro del devenir para derribarlo y volver a reconstruirlo con el hormigón armado de los sueños.
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