Un errático Ábalos se asoma al precipicio
Los bandazos en la estrategia del exministro le acercan a la prisión provisional y le exponen a una condena de hasta 20 años de cárcel
La «errática estrategia» que José Luis Ábalos está protagonizando desde que el Congreso autorizó en enero pasado el suplicatorio para investigarlo en su condición de ... diputado empieza a cansar al juez del Tribunal Supremo. El instructor Leopoldo Puente solo espera que el desembarco este jueves del exfiscal Carlos Bautista como nuevo defensor del imputado cambie algo las cosas. Porque lo cierto –coinciden todas las fuentes consultadas– es que tanto «vaivén» lo único que hace es acercar cada vez más al exsecretario de Organización del PSOE a prisión preventiva y a la posibilidad de una condena que podría llegar hasta los 20 años de cárcel por organización criminal, tráfico de influencias, cohecho y malversación, los delitos que le imputan hasta la fecha.
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Y es que este martes Ábalos colmó la paciencia de Puente, quien tiene en su mano enviarlo a la cárcel. El instructor puso pie en pared ante el último giro de guion del exministro de Transportes entre 2018 y 2021, quien a solo 48 horas de su declaración anunció que rompía con el que hasta entonces era su abogado, José Aníbal Álvarez, por pérdida de confianza al tiempo que solicitó un letrado de oficio para este acto.
En una decisión bastante inusual, el magistrado dio un golpe encima de la mesa y obligó a Ábalos y a José Aníbal Álvarez a comparecer juntos pese a su divorcio, al tiempo que acusaba al exdirigente socialista de intentar una maniobra de «fraude de ley» para «provocar de forma indebida la suspensión de vistas o comparecencias señaladas».
En otra decisión, igualmente sorpresiva para gran parte de los presentes en este proceso, el magistrado –y pese a reconocer que el riesgo de fuga de Ábalos se ha incrementado y que las pruebas del último informe de la Guardia Civil todavía le implican más en el movimiento continuo de «cantidades importantes de dinero opaco» – le mantuvo en libertad con las mismas medidas cautelares. Aunque avisando entre líneas de que su paciencia tiene un límite.
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Más allá del insólito «estupor» que trasladó al Congreso por el hecho de que el exministro pueda seguir ejerciendo como diputado a pesar de las ya graves imputaciones que pesan sobre él, Puente dejó claro que el tiempo de Ábalos se agota porque, tanto él como la Fiscalía, creen que «conforme se aproxima la fecha de celebración del juicio oral», en referencia a la pieza principal de la compra de las mascarillas y las dádivas a Ábalos, el riesgo de fuga «resulta creciente». Sobre todo porque –a la espera de ver lo que haga el nuevo abogado–, no hay perspectiva de un acuerdo con Anticorrupción y los volantazos del imputado con su defensa son constantes. Unos bandazos que se han multiplicado en los últimos tiempos.
Al juez le ha sentado a cuerno quemado la carta que el propio Ábalos, a través de su procurador, envió el pasado lunes y en la que, además de comunicar la ruptura con su letrado, aseguró que estaba «preparando por sí solo» su nueva declaración. Pero llegado ese día, el miércoles, se acogió a su derecho constitucional a no declarar, al tiempo que denunció la «indefensión» por no contar con un abogado de su confianza.
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En otro giro inesperado y luego rectificado, la pasada semana, sin ir más lejos, el entorno del investigado hizo saber que éste estaba valorando renunciar a su acta de diputado para forzar que la causa volviera a su tribunal primigenio, la Audiencia Nacional, ahorrarse así declarar ante el Supremo y conjurar, al menos a corto plazo, el riesgo de entrar en prisión. La decisión parecía tomada hasta que Koldo García, en una reunión el 8 de octubre por la noche, terminó de convencerle de que retuviera el acta y mantuvieran una estrategia conjunta.
Koldo, mayor entereza
El exasesor ministerial, quien da la impresión de encontrarse más entero, fue también quien hizo que Ábalos reculara en junio, de nuevo en el último momento, y renunciara a 'tirar de la manta' para llegar a un pacto con el fiscal jefe Alejandro Luzón. Así se lo recomendó entonces su exabogado, en vísperas de la declaración ante Puente a cuenta de los audios intervenidos a Koldo García sobre el presunto amaño de concursos y las mordidas que llevaron a la cárcel a Santos Cerdán, ex secretario de Organización del PSOE.
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A pesar de que hace tres meses Ábalos estuvo muy cerca de confesar, al final el cambio de parecer fue extremo, hasta el punto de aseverar que no se «reconocía» en esas grabaciones en las que se mencionan repartos de dinero y sumarse a la teoría de que podrían estar manipuladas.
En cuestión de horas pasó así de convertirse en un posible 'arrepentido' a poner en duda la limpieza de la investigación, algo que los encausados vienen haciendo desde el principio poniendo en entredicho a los investigadores de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. Un cuestionamiento que tampoco gusta nada en el Supremo por su «falta de base» y porque, además, tiene lugar al mismo tiempo que Ábalos insiste en que su voluntad ha sido siempre la de colaborar con la justicia a fin de aclararlo todo.
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El 'donde dije digo' de Ábalos en este procedimiento también ha alcanzado a desdecirse en tan solo cuatro horas de su petición de llamar como testigo en la causa a su última exesposa, Carolina Perles, con el argumento de que esa solicitud de interrogatorio, poco después de que ésta concediera una entrevista televisiva atacando a quien fuera su marido, había pasado a ser un «error».
La peligrosa exposición mediática (y voluntaria) del exministro también ha destapado sus contradicciones y empeorado su situación procesal porque resta credibilidad a sus palabras. En una entrevista televisiva anterior a que se publicasen los audios en los que se le escucha preparar audios con mujeres de pago, aseguró que le daba «asco» la prostitución. Y también puso el grito en el cielo y amenazó con acciones judiciales ante las primeras informaciones sobre la supuesta juerga con mujeres en el parador de Teruel. Una fiesta cuya verosimilitud ha ganado enteros a raíz de los mensajes de Koldo incorporados por los agentes de la UCO en su último informe.
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