Puente Mantible: una ruina que amenaza más ruina
El riesgo de colapso de la pila del desaparecido arco logroñés del puente sigue ahí, según un estudio de los ingenieros que ya lo advirtieron en 2017 y 2019
Ruinas antes y ruinas ahora... Sin embargo, que de Mantible solo se hayan conocido restos, no quiere decir que lo que queda del puente vaya ... a perdurar en el tiempo. El derrumbe del arco logroñés así lo ha puesto de manifiesto, pero el riesgo de colapso se mantiene en otros de los elementos que siguen en pie, caso de la pila. Dicho de otra manera: confirmado el hundimiento, el problema, «más que en lo que se ha caído, está en lo que queda». Una ruina, en definitiva, que amenaza más ruina.
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Álvaro Rodríguez Miranda y José Manuel Valle Melón, profesores de la Escuela de Ingeniería de Vitoria de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), vuelven a dar la voz de alarma como ya lo hiciesen en 2017 y 2019. Ambos, desde el Laboratorio de Documentación Geométrica del Patrimonio, llevan años advirtiendo de que nada mejor que un análisis retrospectivo de fotografías de diferentes épocas y su comparación con el estado actual para constatar su paulatina degradación y progresivo deterioro.
De hecho, ya hace cuatro años que ambos realizaron la documentación fotogramétrica de los restos del puente con financiación del IER –trabajo que sirvió de base del informe de Vault Zafra en el que ya se urgía a actuar sin más tiempo que perder–. Fruto del mismo fue la confección de modelos tridimensionales correspondientes a los dos arcos y la edición de una colección de planos que, junto con la inspección realizada in situ y las fotografías tomadas, permitieron detectar toda una serie de afecciones en el puente, siendo especialmente preocupantes las del arco de El Cortijo.
Tal y como se dijo entonces, el origen del problema residía en el pilar situado junto al río, que se encontraba inclinado hacia el cauce y, además, hacia adelante (no solo un deslizamiento, sino también un giro debido en parte a esa oquedad descubierta en las inspecciones subacuáticas de hace dos veranos). «Su movimiento era el causante de todo un conjunto de grietas en el intradós, la rotura de la base del pilar aguas abajo y la notable deformación del arco, acompañada esta última con la caída de dovelas, motivo por el que se realizó un vallado de urgencia en el 2018», recuerdan.
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Y el problema, a día de hoy y tras confirmarse parte de sus pronósticos, sigue ahí. «No tenemos constancia de que tal movimiento se haya detenido... Sí que sabemos que el mismo se ha acelerado desde el 2017, muy rápidamente desde el 2019, y que en el 2021 el arco se ha venido abajo precisamente por el desplazamiento de la pila», avisan ahora tras las nuevas comprobaciones realizadas en pasados días.
El riesgo, en ese sentido, estaba y está. Así, esa rotura de la base del pilar que siempre ha preocupado sigue aumentando... imparable. La grieta en cuestión pasó de dos o tres centímetros de anchura en el 2017 a más de diez en el 2019 siendo en la actualidad de entre 25 y 30... con lo que parece clara la causa de la desaparición del arco.
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«Habrá que tomar las medidas oportunas lo antes posible», sentencian tanto Rodríguez Miranda como Valle Melón, quienes no quieren ser agoreros pero consideran fundamental conocer la dinámica actual tras el desplome del arco. Su cálculos, de hecho, ya han sido registrados tanto en el Ayuntamiento de Logroño como en el Gobierno de La Rioja.
Comparando imágenes es evidente que la ruina, o lo que es lo mismo, el arco, no ha estado igual a lo largo del tiempo. En los setenta, por ejemplo, el perfil del mismo todavía era semicircular, nada que ver con la deformación y pérdida de piezas sufrida desde entonces, especialmente desde los 90. Y el giro de la pila, como quedó constatado tras las mediciones del 2017 y 2019, continúa como principal amenaza. Los profesores, que ya dieron aviso entonces, vuelven a hacerlo ahora aun sabiendo que las dinámicas del puente no se adaptan bien a los ritmos de la administración.
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EL PROBLEMA DE LA PILA, EN IMÁGENES
La grieta que crece
Desde el 2017 se aprecia una importante fractura en la base de la pila –en la parte del interior aguas abajo–, grieta que no era visible en las fotografías de los años 70 y 90, hecho que se corresponde, además, con la menor deformación del arco. La misma, de dos o tres centímetros entonces, pasó a más de diez en el 2019, y a entre 25 y 30 ahora tras el derrumbe.
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