«Todos deberíamos ponernos en la piel de los que vienen»
Rioja Acoge lleva más de treinta años ayudando a los migrantes: «Conocerlos es el mejor antídoto contra la xenofobia», advierte su presidenta
Pilar Martínez preside Rioja Acoge, una organización nacida en 1991 que brinda ayuda a los migrantes que, a veces en circunstancias muy difíciles, llegan a ... esta orilla del Ebro. Además del equipo técnico, más de 50 voluntarios insuflan vida a una asociación altruista cuyo propósito es trabajar por una sociedad inclusiva y respetuosa.
– ¿Por qué surge Rioja Acoge?
– Rioja Acoge nació hace más de treinta años por la iniciativa personal de un grupito de mujeres que, ante la llegada de los primeros migrantes, vieron la necesidad de que aprendieran el idioma. El primer requisito para la convivencia es conocer la lengua. Comenzaron en un local de Cáritas, pero se les fue quedando pequeño y decidieron formar Rioja Acoge. Era el año 91.
– ¿Y cuál es ahora su misión?
– Incluir a las personas migrantes en nuestra sociedad, de manera que se sientan uno más. Lo primero es el idioma y el asesoramiento, la orientación. Luego se han ido añadiendo programas y proyectos para fomentar la convivencia entre los que vienen y los que estamos aquí. En cualquier momento podemos nosotros ser emigrantes. Yo vivo en el barrio de San José-Madre de Dios y ahí están emigrantes de otros países, de otros barrios de España y de otros pueblos de La Rioja. La meta es siempre la inclusión.
– En estos treinta años, ¿la sociedad riojana ha ido a mejor o a peor?
– Yo llevo casi veinte años en Rioja Acoge. Hay fluctuaciones. Creo que la sociedad riojana es en general acogedora porque nosotros también hemos migrado. Pero es cierto que últimamente vemos situaciones que nos dan miedo. Mucha gente joven consume redes sociales y 'fake news' que solo alimentan en ellos el odio al diferente.
–¿Le preocupa especialmente este fenómeno entre los jóvenes?
– Hemos retrocedido en esos aspectos. Creo que, quizá porque veníamos de una dictadura, las generaciones anteriores éramos más aperturistas..., pero muchos jóvenes se informan ahora solo por las redes sociales y están expuestos a discursos de odio y de desprecio a los migrantes. Eso me preocupa bastante. Aun así, yo creo que nuestra sociedad es acogedora y tiene humanidad. Quiero ser optimista.
– ¿Las barreras empiezan a caer cuando uno conoce personalmente al que viene de fuera?
– Por supuesto. Conocer su cultura, por qué han venido... Tendríamos que ponernos en la piel de esas personas. Por ejemplo, en la piel de los que han visto cómo sus hijos se han tenido que meter en una patera. ¿Hay algo más duro para unos padres que tener que dejar que sus hijos se vayan solos porque no tienen otro futuro? O lo que sucede ahora con los menores no acompañados en Canarias. Más de 4.000 niños y adolescentes que no están recibiendo el cuidado necesario para que crezcan como personas.
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– ¿Cree que las administraciones públicas deberían implicarse más?
– Se puede y se debe hacer más. Pero no solo por humanidad. Ellos tienen sus derechos y hay que respetarlos.
– Imagino que no será fácil recuperar el ánimo tras escuchar algunas historias especialmente duras.
– Recuerdo cuando comenzaron a venir los primeros migrantes. Llegó a mi barrio una familia de Marruecos, con cinco hijos y sin nada. Hicimos una compra para ellos y aún me acuerdo de las lágrimas de emoción de esa mujer. Eso te conmueve hasta lo más íntimo. Por lo demás, yo no soy técnico y siempre velamos por la privacidad de las familias, así que no solemos saber por todo lo que han pasado. Pero hay que ser muy duro de corazón para no empatizar con ellos.
– ¿Cuál es mejor modo de que cale en la sociedad el mensaje de que hay que acoger a los que vienen?
– Sensibilizar, no hay otra opción. Debemos pedir a la gente que piense por sí misma, que investigue. Que cuando a alguien le llegue un wasap diciendo que los emigrantes viven de las paguitas –esa mentira–, que no se conforme con lo que le dicen. Antes de reenviar ese mensaje, tiene que preguntar e investigar, tiene que enterarse bien. Acercarse a ver la realidad de los migrantes es el mejor antídoto contra la xenofobia y el racismo.
– ¿Cómo ve el futuro? El fenómento de la migración, refugiados incluidos, va a ir a más.
– No se le pueden poner puertas al campo. No podemos evitar que la gente quiera salvar su vida o darles una vida mejor a sus hijos. Todos lo haríamos en su lugar. La situación política global no ayuda, pero siempre habrá gente que luche contra las discriminaciones.
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