«Estudio en Logroño porque en los IES de Calahorra no puedo llevar velo»
Una exalumna del Quintiliano decide continuar su formación en la capital al no permitirse el hiyab en los institutos calagurritanos
Ninguno de los dos institutos públicos de Calahorra, ni el IES Quintiliano ni el IES Valle del Cidacos, permite que el alumnado acceda a sus ... instalaciones con la cabeza cubierta, lo que impide a las alumnas musulmanas acudir a clase con velo. La normativa lleva años aplicándose sin que haya levantado la polémica generada en este comienzo de curso en el IES Sagasta, lo que no significa que las escolares afectadas estén de acuerdo. Se acepta porque nadie quiere «problemas», pero también se ve como una norma «injusta» y que atenta contra «el derecho que tiene cada uno a practicar su religión». Así se expresa una exalumna del IES Quintiliano, practicante del Islam, que el pasado curso estudió Bachillerato.
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Ella tiene 17 años y fue hace algo más de un año cuando decidió, desde «mi libertad» –recalca– cubrirse la cabeza en público de acuerdo a su identidad religiosa. La llamaremos Fátima, ya que después de meditarlo ha optado por ofrecer su testimonio desde el anonimato. En Calahorra es fácil que uno u otro te conozca, por lo que prefiere no exponerse tan abiertamente ante un tema que genera tanta controversia como el veto al hiyab en los centros educativos.
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Hasta el pasado curso Fátima acudía al IES sin su velo. «Me lo quitaba al entrar al instituto y me lo ponía cuando salía, pero en clase no me sentía cómoda porque no me sentía yo», relata. Fue esta situación la que le empujó a valorar otros centros educativos en La Rioja que le permitieran utilizar la hiyab en el aula y a la vez enfocar sus estudios en la rama de la salud, que era su preferencia. Los astros se alinearon y dio con el IES Duques de Nájera en Logroño. «Les pregunté si podía ir a clase con el velo y allí me dijeron que no había ningún problema», dice la joven, que acaba de empezar un Grado Medio Sanitario.
«Me puse el velo porque quise, no porque mi madre me haya obligado»
«Me lo quitaba al entrar al instituto, pero no me sentía cómoda porque no me sentía yo»
«En el IES Valle del Cidacos de Calahorra también lo podía haber estudiado, pero decidí estudiar en Logroño porque en Calahorra no podía llevar el velo», lamenta para advertir sobre una cuestión que le parece llamativa: «No entiendo que en los institutos de Calahorra no me dejen ir con el velo y otros centros religiosos, como Teresianas y La Planilla (FP) sí dejen».
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En el IES Duques de Nájera, Fátima dice sentirse ahora «más tranquila, más relajada, porque me siento como soy yo». «Aquí no tengo ningún problema», sentencia al tiempo que insiste en que la decisión de llevar la hiyab es suya y solo suya. Dice que ni la familia ni su entorno le han presionado o motivado a cubrir su cabeza. De hecho, revela que ha sido al contrario. «Me puse el velo porque yo quise, no porque mi madre me haya obligado o porque alguien me haya obligado. Mi madre, de hecho, me dijo que no me lo pusiese porque no me iban a dejar ni estudiar ni trabajar con el velo», asegura.
Pero Fátima tiene las ideas muy claras, y niega además la condición del pañuelo islámico como elemento discriminatorio hacia la mujer. Algo que en alguna ocasión ya le han echado en cara. «Una vez, una mujer mayor, me decía gritando que ellas habían luchado mucho para no llevar esas cosas, pero es que yo tengo libertad para llevar lo que quiero, y hay que entender que somos de diferentes religiones y con diferentes pensamientos. Nadie ha visto cuáanto he llorado por ponerme el velo», cuenta.
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¿Sería impensable que en Marruecos una mujer acudiese sin tapar su cabeza a clase? Fátima ríe y rebate: «A cualquier colegio, instituto o universidad que quieras ir puedes ir sin velo y nadie te va hablar mal». «Incluso cuando yo estudiaba en Marruecos iba sin velo y mi madre, cuando estudiaba, tampoco lo llevaba», porque en contra de lo que se suele argumentar «en Marruecos hay de todo: judíos, cristianos... y también hay iglesias (en Tánger y Rabat existen archidiócesis)», explica.
«Debemos respetar a todos»
Fátima pide «respeto» a la pluralidad cultural, pero sobre todo pide algo «en lo que coinciden todas las religiones: humanidad». «Estamos en 2025 y debemos respetar a todos. Da igual para un profesor si soy marroquí o musulmana, hay que tratar a todo el mundo por la persona humana que es».
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