Un vacío irreparable
Estas páginas rinden desde hoy un sentido tributo con estas semblanzas a las víctimas mortales de la crisis. Quienes estén interesados en recordar la memoria de sus seres queridos, pueden ponerse en contacto con nuestra redacción en el correo electrónico local@larioja.com
El domingo 22 de marzo, Concha Andreu protagonizó una declaración pública ante la sociedad para detallar el discurso oficial de su Gobierno ante la crisis. Entre los papeles que leyó a las cámaras se incluyó ese día una referencia concreta a los riojanos fallecidos hasta entonces a consecuencia del virus. Dieciocho víctimas mortales, que además de un nombre (y de los apellidos que la presidenta hurtó, en aras a la necesaria y comprensible discreción) contaban con una historia detrás. Adelina, Manuel, Gregorio, José, Enrique, Daría, Roberto, Mateo, Bautista, Marino, Ricardo, Jacinto, Mari Ángeles, José, José Alfonso, Gulmara, María del Pilar y Eduardo. Las biografías que se ocultan tras esos nombres son vidas como las de otros tantos, vidas cotidianas y memorables en la que cualquiera puede reconocerse. Las que protagonizan personajes anónimos, conocidos algunos de ellos por la dimensión pública de sus ocupaciones, que pisan las mismas calles que pisamos todos y que merecen en vida el reconocimiento que lastimosamente tantas veces llega tarde. Cuando se han ido. Estas líneas que siguen son una humilde contribución al tributo que merecen, compuestas a partir de los testimonios de quienes bien les quisieron y hoy les añoran.
