El triste adiós que no cesa
Nueva entrega de estas páginas que rinden un sentido tributo con estas semblanzas a las víctimas mortales de la crisis. Quienes estén interesados en recordar la memoria de sus seres queridos, pueden ponerse en contacto con nuestra redacción en el correo electrónico local@larioja.com
Luis trabajó durante años al volante del camión donde llevaba su mercancía por todos los Cameros y se sabía el nombre de las campanas de su pueblo, Torrecilla, que ahora doblan por él. Luisa disfrutaba como nadie de la Semana Santa logroñesa, al timón de la cofradía de El Descendimiento. Al farmacéutico Pedro, amante del flamenco y los toros, le lloran hoy familiares y amigos mientras recuerda su imagen gentil y caballerosa, como la del empresario calagurritano José María Losantos, incansable emprendedor y altruista miembro de la sociedad de su ciudad.
Y nadie debería olvidar la deuda contraída con Jesús, un sacerdote implicado como pocos en la ayuda al desfavorecido, que como el resto de protagonistas de estas líneas vio segada su vida a causa del desdichado virus. Son cinco vidas ejemplares que se suman a la sección inaugurada días atrás por Diario LA RIOJA, con la pretensión de honrar la memoria de las víctimas riojanas de la pandemia. Reciben así, desde la eternidad, el reconocimiento que todos merecen. Cuando la enfermedad dispara el censo de fallecidos más allá de la fatídica cifra de la centena, el homenaje hacia ellos encarna el que también se llevan quienes sucumbieron al Covid19. Continuará. Tristemente, continuará.
