«Yo prefiero estar aquí, pero no puede ser»
Emilio Terroba Moreno | Alcalde de Ajamil ·
El regidor municipal de Ajamil opina que pueden quedarse sin servicio de autobús pero el médico «es imprescindible»La puerta de la iglesia de la Asunción de Ajamil se encuentra a 1.050 metros de altitud. Entre la carretera LR-466, a los ... pies de los que se asienta el pueblo, y el punto más alto del municipio hay 100 metros de desnivel, así que el teniente de alcalde, Eduardo García, bromea: «Nuestra principal reivindicación es construir un telesilla». Chistes aparte, el pueblo del Alto Leza, rodeado de montañas y lindando con Soria, es un lugar tranquilo en el que conviven los preciosos caserones con los solares y casas semiderruidas.
La ganadería es la principal actividad de Ajamil, que actualmente, contando sus aldeas Torremuña y Larriba, tiene cinco ganaderías y suma unas 1.300 cabezas, aunque no hace más de una década había más de 3.000 animales y una docena de personas dedicadas. «Lo que más necesitamos es el wifi para los jóvenes ganaderos que han venido, lo necesitan para los trámites, pero nos obligan a tener una capacidad que no tenemos. Ahora hay conexión pero si se conecta más de uno, se bloquea y va muy lento», apunta Eduardo García, exalcalde y actual concejal, un joven que, aunque trabaja en Villamediana, siempre que puede sube a Ajamil.
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En cambio, el regidor municipal, Emilio Terroba, opina que «podemos quedarnos sin servicio de autobús pero el médico es imprescindible porque aquí la mayoría somos gente mayor». «Hace treinta años había quince chavales y, en lugar de bajarlos al colegio de San Román, los mandaron al internado de Ortigosa», al otro lado del valle, a los otros Cameros, así justifica la pérdida de población el alcalde de Ajamil, jóvenes que se marcharon pronto de la localidad y no regresaron. «Ahora tenemos a dos parejas jóvenes pero, si tienen hijos, no van a poder estudiar aquí. En San Román se mantiene el colegio gracias a los extranjeros que vienen», señala Emilio Terroba.
El Ajamil solo hay un bar que abre en verano y unos apartamentos turísticos, pero llama la atención las preciosas empedradas calles alrededor de las cascadas que origina el río Vargas recorriendo los tres barrios: Bajero, La Torre y Arriba. «Yo prefiero estar aquí que en Logroño, pero no puede ser», expone el alcalde con pesimismo y añoranza. A su lado, más joven y pesimista, su teniente de alcalde responde: «Los servicios son caros de mantener, pero hay que hacer el esfuerzo. Gracias a Dios, aquí ni el agua nos falta. Y cuando nieva, las máquinas vienen pronto a quitarla». Parecen los suyos dos pueblos distintos, pero solo son dos generaciones distintas que conviven amando a un mismo pueblo, Ajamil. «Así es el día a día aquí, con este silencio», subraya Eduardo.
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