El sueño de una noche de invierno

'No hemos aprendido nada' fue la primera canción de Viva Suecia, que realizó un concierto compacto, regular y convincente, destacando la parte audiovisual. Tras los cinco de Murcia se proyectaban imágenes de tal luminosidad e impacto que era imposible apartar la mirada, como si fuera una lámpara de lava, distrayendo la atención sobre los propios músicos. Desde esa primera canción el público celebró y cantó las canciones de la banda, que fue consciente y dejó cantar algún estribillo al respetable. «Es maravilloso que sea 5 de enero y ya haya un festival», declaró Rafa Val, el cantante.

El grupo ha crecido desde su actuación en el MUWI de 2019, no se le hizo grande en ningún momento el mastodóntico escenario del Palacio, que volvió a contar con una producción a la altura de los grandes festivales, más bien lo contrario con temas como 'A dónde ir', 'Hacernos polvo', 'Lo siento'... ofreciendo un sonido impecable que por momentos recordaba al rock frenado de Coldplay. Conforme se desarrolló el directo las canciones fueron ganando en intensidad y energía, se caldeaba el ambiente con otros temas como 'Algunos tenemos fe' y 'Hemos ganado tiempo'. Fue, en general, una prometedora primera noche en el Palacio, el sueño de una noche de invierno.

Mucho antes había abierto la jornada Baiuca sorprendiendo, porque bien parecía que quienes estaban actuando era Tanxugueiras, pero sin aire gótico, más tribal y espartano. Con mucha pandereta, conchas en lugar de castañuelas, percusiones con azadas, flauta y mucha electrónica ofrecieron un directo muy atractivo, muy moderno, en la nueva ola del folk revisionado que ha abierto Rodrigo Cuevas. Hasta hubo algunos matices de cumbia y también baile tradicional gallego. Una auténtica marcianada que se agradeció, bailó y aplaudió. Lo malo es que el concierto apenas duró 50 minutos. Y lo cierto es que durante toda la velada no solo se cumplió el horario puntualmente sino que, incluso, se adelantó ocasionalmente.

Cupido fue ese invitado a la fiesta que da la nota y nadie sabe bien cómo ha llegado hasta allí. El grupo, medio pop, medio trap, fue una versión de Bad Bunny levemente mejorada -sin que esto suponga demasiado mérito- pero con algunos versos más románticos y metafóricos, como «Nena, voy a ser tu calefacción». El concierto fue monótono no solo en ritmo, también en las letras, continuamente dirigidas a una mujer, como una interminable y cursi carta de amor. Tal vez lo más destacado de su directo fue la revelación del cantante en un momento dado: «¿Cómo huele aquí, no? ¿Han traído algo ustedes?». Y es que, iniciado el siguiente concierto, sobre la pista se cernía una nebulosa de un humo denso y aromático. Alguien fumaba algo, a pesar de la prohibición.

Alizzz ofreció en Actual el último concierto de su gira y, con varios registros de voz, bajos al estilo de Golpes Bajos y un ritmo 'dance' muy pegajoso, fue un 'alter ego' de C. Tangana asequible para el festival. De hecho, es su productor. Fue un concierto irregular, con canciones sobresalientes como 'Ya no vales' que amortiguaron atentados como la deficiente versión de 'Un buen día' de Los Planetas. Alizzz tiene un puñado de buenos temas como para haber perpetrado aquello, pero al menos solo lo hizo una vez. Después regresó a la senda de las canciones discotequeras, con las frescura del pop de Hombres G y el techno de Tino Casal, haciendo disfrutar al público. Así es la nueva música española, parece algo rabiosamente nuevo pero, en realidad, todo está inventado.